Carl Th. Dreyer : Præsidenten – VAMPYR ed altro

Præsidenten

This first film by Carl Theodor Dreyer Regia di Carl Theodor Dreyer vedi scheda film Iscritto dal 19 giugno 2010 La recensione di bufera Non avrei mai creduto che un film muto potesse coinvolgermi ed emozionarmi così tanto, al punto da  farmi considerare valore aggiunto l’assenza delle parole e la colonna sonora consistente in musiche per  solo pianoforte adeguatamente sottolineanti le azioni e i sentimenti. Parlo de IL PRESIDENTE(1919) del grande regista danese Carl Theodor Dreyer, straordinaria opera prima che poneva la pietra base di un percorso artistico tutto in salita e continua evoluzione che si concluse con Gertrud nel 1964. Già qui si osserva lo stile rigoroso, la cifra moralistica coesistente a profonde frustrazioni per essere nato figlio illegittimo da una governante che lo diede in adozione ad  una famiglia di rigidi luterani, i Dreyer, che con l’educazione impartitagli  influenzarono i temi di parecchi suoi film, compreso questo. Il racconto si svolge alla fine del 1800 in un paese del nordeuropa e all’inizio si assiste ad un dialogo tra il vecchio padre  e  Karl Victor (che diventerà il presidente di giuria) al quale egli confida che un suo errore di gioventù, la passione per una bellissima cameriera, lo aveva portato al  matrimonio riparatore con la ragazza  rimasta incinta, impostogli dal suo stesso padre per salvare l’onore della famiglia. Poichè i problemi susseguenti e l’infelicità di questa unione gli avevano immiserito la vita, ora che si avvicina la morte,  fa giurare al figlio che non si unirà mai a persone di rango diverso, e mentre camminano con fatica nei dintorni del vecchio castello, in parte ormai in rovina, la morte lo raggiunge mentre la vita continua nei giochi dei bambini abbandonati accolti in quella sede. Le riprese di bambini e animali, tartarughe, pesci, cani e gatti anche integrati in perfetta convivenza in una famiglia, sono predilette da Dreyer che le esegue con amore e cura dei dettagli proponendole in varie parti del film e rappresentano dei  veri gioielli,  in un bianco e nero splendente, a tratti virato come per desaturazione. La narrazione del passato è realizzata con  flashback , tecnica quasi rivoluzionaria per l’epoca. Passati trent’anni troviamo Carl Victor festeggiato presidente con una fiaccolata della gente del luogo proveniente in semicerchi da destra e da sinistra che si chiude davanti alla sua casa con abbassamento e innalzamento delle torce, che appaiono in rosso fiammeggiante sul fondo scuro della notte, conferendo alla sequenza e alle immagini un senso di magia e di minaccia insieme. Infatti il Presidente è alle prese con un caso di infanticidio e, dagli elementi raccolti, compreso il nome, si rende conto che la ragazza imputata Victorine è sua figlia, rinnegata con la madre, che pure amava,  in base al giuramento fatto al padre in punto di morte, per la disparità sociale. Anche qui il passato è rappresentato con un lungo flash back, impreziosito da sequenze romantiche su un ponte sopra un ruscello e su prati in fiore, con una fotografia che è più espressiva della parola. Victorine lavorava come governante presso una    signora altezzosa e crudele che, una volta che la giovane era stata sedotta da un suo parente, partito per l’estero con vane promesse di matrimonio, l’aveva cacciata in stato di avanzata gravidanza di notte senza un bagaglio o altro ed era stata ritrovata svenuta con il neonato a fianco morto. Il processo si conclude rapidamente e inesorabilmente con la condanna capitale della poveretta. Nulla può fare il padre, che si è recato in carcere a conoscerla e promettere di aiutarla, che sia legale per le istituzioni, e dovrà ricorrere ad una soluzione contraria alla sua veste e ai suoi principi, per cui si autoaccuserà, una volta che la figlia sia sistemata al sicuro, alla più alta Autorità, che respinge l’autoaccusa per non infangare l’immagine dei magistrati e abbandona Carl Victor al suo destino di rimorsi. La storia è quasi un fumettone, carica di tutti i temi che Dreyer avrebbe più esplicitamente svolto nelle opere successive, dalla pietà per i figli illegittimi, specie se abbandonati, alla pietà e difesa delle donne sedotte per amore e isolate da una società rigida classista e ipocrita, al rispettoso orrore per il rigore della giustizia umana. La recitazione anche se muta è straordinariamente incisiva, naturale ed emozionante, senza eccessi di gestualità e, pur puntando sullo sguardo, senza mimiche grottesche, perché il regista faceva recitare loro le battute come se potessero essere ascoltate ed indugiava su intensi primi piani, alla ricerca di un realismo spontaneo di un cinema artistico e non da intrattenimento. Il merito va anche gli attori( Halvard Hoff, Olga Raphael- Linden, Carl Meyer) ,ma siamo solo alle origini del suo cinema, che ascenderà ad opere che hanno superato i tempi, come La passione di Giovanna d’Arco, L’angelo del focolare, Michael, Vampyr, Dies irae,Ordet,Gertrud. http://www.filmtv.it/film/27888/praesidenten/recensioni/818320/#rfr:none Vampyr’ es la única película que merece ser vista varias veces Tan categórica afirmación salió de la boca de don Alfred Hitchcock, maestro entre los maestros, quien reconoció en más de una ocasión su admiración por ‘Vampyr’, una de las mejores películas del director danés Carl Theodor Dreyer. Don Alfredo sabía perfectamente lo que decía, pues la presente película no es de fácil digestión y eso que hablamos de una película que dura tan sólo 75 minutos, algo impensable hoy día. Una hora y cuarto de puro cine en todo su esplendor que no sólo se alza como uno de los más interesantes planteamientos sobre el vampirismo en el cine, sino que invita al espectador a completar en su cabeza la historia que Dreyer propone. Una osadía para aquella época —estamos en 1932—, pues el cine acababa prácticamente de empezar y eran pocos los que se atrevían a apartarse de los cánones clásicos de narración. La osadía le salió cara a Dreyer, pues debido a su fracaso —inmerecido a todas luces— el realizador estuvo diez años inactivo antes de dirigir su siguiente trabajo, la admirada ‘Dies Irae’, y que personalmente encuentro muy sobrevalorada. Sin embargo ‘Vampyr’ es un film que año tras año encuentro cada vez más fascinante, una de esas obras capitales del séptimo arte y una de las pocas que elevan dicho arte a su máxima expresión. Hitchcock puede que exagerara con su afirmación, son muchas las películas que merecen verse más de una vez, pero indudablemente ‘Vampyr’ va más allá al desafiar al espectador en cada nuevo visionado. ‘Vampyr’ está basada libremente en los relatos ‘Carmilla’ y ‘La posada del dragón volante’ de Sheridan Le Fanu. Precisamente el primero sirvió de inspiración al famoso ‘Drácula’ de Bram Stoker, novela que Dreyer no barajó en ningún momento ya que Tod Browning acababa de conseguir un estruendoso éxito con la adaptación que protagonizó Bela Lugosi y que a día de hoy sigue siendo la más famosa. ‘Nosferatu’ de F.W. Murnau era otro de los grandes títulos basados en la obra de Stoker, pero lo que son las cosas, no gustaba nada al actor principal de ‘Vampy’, Julian West, que en realidad se llamaba Nicholas De Gunzberg y poseía el título de Barón. West tenía cierto poder en las decisiones que se tomaban pues cuando el rodaje estaba muy avanzado decidió financiar el resto debido a los problemas económicos que tuvo Dreyer para terminar la película. El terror está en la mente de cada uno La principal intención de Dreyer a la hora de adentrarse en la historia que narra ‘Vampyr’ es la de demostrar en cierto modo que el terror viene por lo que se produce en la mente del individuo más que por los acontecimientos que tienen lugar alrededor. Como el propio director declaró en una ocasión si varias personas se encuentran en una habitación y al pasar un rato reciben la información de que hay un cadáver detrás de la puerta todo cambiará de repente, en el escenario nada ha cambiado, la luz sigue siendo la misma, ningún elemento ha mutado; sin embargo la mente lo percibe todo de forma distinta y ésta es capaz de crear un mundo distinto que es el que se sentirá. ‘Vampyr’ es una película que se siente en cada uno de sus fotogramas en los que Dreyer crea para nosotros un mundo fantasmagórico, onírico, enigmático, sexual, lleno de muerte y también de vida, con la esencial característica de que no parece nuestro mundo, sino algún lugar que se encuentra entre realidad y ficción. Dreyer, que consideraba que el cine a diferencia del teatro debía ser la realidad más que una representación de la misma, aquí propone un juego de imágenes irreales para meterse en la mente de cada uno. A través del personaje central, que funciona como simple conductor de la historia más que como el típico héroe de las películas de vampiros, el espectador intentará desengranar cada una de las secuencias llenas de simbolismos y en las que el director cambia nuestra percepción desde el mismo instante en el que Allane Grey (West) llega a la posada y en paralelo se nos narra una acción que parece no ser importante, pero lo es por lo que desencadena en la mente del protagonista, nuestra mente. Grey mira como un campesino con una gran guadaña espera a que un barquero lo recoja en la orilla del río que hay allí cerca. Antes mediante un rótulo se nos ha avisado de que Grey es un estudioso de lo sobrenatural, su mirada —la nuestra— está sugestionada por todo lo extraño que acontece a su alrededor. Ese barquero bien podría ser un particular Caronte transportando algún alma perdida a través del río Estigia. A partir de la primera noche del protagonista en la posada ‘Vampyr’ deambula por el sendero de lo desconocido mediante todo un mosaico de imágenes extrañas y sugerentes que nos llevan de una escena a otra sin seguir una lógica aparente. Grey recibe la incomprensible visita del dueño de un castillo que más tarde será asesinado, para advertirle. Grey será testigo de sombras —almas quizá— que abandonan a sus dueños para danzar al lado de ese misterioso río que parece ser una frontera entre dos mundos, y también de su propia muerte —un recurso muy utilizado en el cine posterior—, pues él mismo abandonará su cuerpo en una especie de sueño que le llevará al umbral donde empieza la otra vida. Dreyer consiguió en ‘Vampyr’ una de las atmósferas oníricas más conseguidas de toda la historia del cine, me atrevería a decir que la más conseguida. Gracias a su operador de cámara, Rudolph Maté, que realizó la fotografía de películas como ‘Tú y yo’ (‘Love Affair, 1939, Leo McCarey), ‘Ser o no ser’ (‘To Be or Not to Be’, 1942, Ernst Lubitsch) o ‘Gilda’ (id, 1946, Charles Vidor) y con quien ya había colaborado en ‘La pasión de Juana de Arco’ (‘The Passion of Joan of Arc’, 1928), logra una hipnótica imagen bañada de multitud de grises que nos embriagan y nos llevan más allá de los trucos de montaje o los efectos de luz. A este respecto cabe señalar que para las escenas nocturnas, Dreyer y su equipo filmaban a primera hora de la mañana, consiguiendo un efecto deslumbrante y terrorífico. Nunca una película fue un claro ejemplo de puesta en escena como ésta. Sirvió de inspiración a muchos cineastas posteriores pero muy pocos han sido capaces de llegar a los niveles que llegó Dreyer con ‘Vampyr’ en cuanto a capacidad de sugerencia se refiere. Tras un paseo por la oscuridad de lo irreal, con misteriosos personajes —entre ellos la bruja vampiro que tiene aterrorizada a la población, y que tiene un peligroso aliado en un doctor— y misteriosas situaciones que Dreyer nos muestra huyendo de la lógica, el bien vence al mal y las escenas finales poseen el mismo grado de irrealidad que el resto. Esta vez están bañadas de algo milagroso —las connotaciones religiosas son evidentes—, el alma de los personajes queda libre y un amanecer se alza sobre la pareja mientras el mal queda enterrado. Una obra maestra que merece ser vita muchas veces. http://www.blogdecine.com/cine-clasico/vampiros-de-verdad-vampyr-de-carl-theodor-dreyer VAMPYR Dreyer racconta la lotta tra l’uomo e la morte di Luca Marcora 22/02/2010 – In un remoto villaggio una donna vampiro sta lentamente uccidendo le due figlie di un castellano, quando giunge il giovane Allan Gray… Carl Theodor Dreyer è unanimemente considerato uno dei più grandi registi della storia del cinema: danese, classe 1889, è sempre stato «intento ad approfondire un discorso sull’uomo nella sua complessità spirituale e morale» (Rondolino) e ci ha lasciato film importanti come La passione di Giovanna d’Arco (1928), Dies Irae (1943), Ordet – La parola (1954) e Gertrud (1964), apprezzati e studiati in tutto il mondo. Prolifico negli anni del muto, con l’avvento del cinema sonoro i suoi film si sono fatti più rari e meditati. Proprio all’inizio dell’era del cinema sonoro si colloca questo Vampyr, realizzato muto e postsincronizzato in 3 lingue; un film leggendario, tanto discusso quanto in realtà poco visto, se non in forme rimaneggiate o gravemente mutilate. L’etichetta italiana Sinister Film propone il restauro curato dalla Cineteca di Bologna in collaborazione con la Stiftung Deutsche Kinemathek, ad oggi la versione più completa di questo classico dell’orrore, la cui potenza visiva è stata spesso accostata dai critici al Nosferatu di Murnau, capolavoro espressionista del 1922. Storia d’orrore, si è detto, quindi in apparenza anomala nella filmografia di un regista attento al realismo delle sue immagini – che per la verità aveva già osato nel 1920 un’incursione nell’ambito del fantastico con alcuni episodi di Pagine dal libro di Satana. Ispirandosi al classico gotico Carmilla (1872) dell’irlandese Sheridan Le Fanu, con Vampyr Dreyer racconta una storia di vampiri per la quale evoca una realtà impazzita, fatta di ombre slegate dai corpi, sdoppiamenti, visioni oniriche realizzate attraverso una messa in scena che non rispetta i normali canoni di un film di paura: «L’incanto del film deriva in particolare da due infrazioni alle regole del genere orrorifico: l’ambientazione in luoghi aperti e alla luce diurna, e il prevalere del bianco sul nero (la leggenda vuole, comunque, che Dreyer si adattasse a un incidente di lavorazione)» (Mereghetti). Il regista più che mostrare, evoca, attraverso una sapiente regia, una presenza terribile che trasfigura la realtà e la rende incerta in ogni immagine, come ebbe a confermare durante la realizzazione: «Immaginiamo di trovarci in una stanza qualsiasi e che ci dicano a un tratto che c’è un cadavere dietro la porta. Di colpo, la stanza ci apparirebbe completamente trasformata: tutto quello che vi si trova assumerebbe un aspetto diverso. Anche la luce e l’atmosfera cambierebbero, pur rimanendo fisicamente identici. Perché noi saremmo cambiati e gli oggetti sono quali li concepiamo». Il cinema della maturità di Dreyer si gioca tutto in questa lotta tra l’uomo solo, con il suo inestinguibile desiderio di esistere, e quanto cerca di opporvisi: ne La passione di Giovanna d’Arco è la società incapace di capire e accettare Giovanna; in Dies Irae è il cristianesimo inteso come insieme di leggi morali che imprigionano e condannano l’uomo; in Ordet è l’incombenza della morte che vanifica il desiderio di vita; o ancora in Gertrud è l’impossibilità di una «soddisfazione a una sete in realtà religiosa di “assoluto”, attraverso l’amore» (Sadoul) che condurrà la protagonista alla solitudine. In questo senso Vampyr si inserisce perfettamente nella filmografia di Dreyer, riproponendo in chiave fantastica la continua lotta tra l’uomo che vuole vivere e la morte che invece non gli lascia scampo, come per altro mostra molto efficacemente anche il folgorante cortometraggio De nåede færgen (Raggiunsero il traghetto) del 1948, incluso come extra di questo DVD e che riassume con esemplare sinteticità la visione pessimistica di questo grande artista del cinema mondiale nei confronti dell’esistenza umana. http://www.tracce.it/?id=330&id_n=14574  

(Das Unheimliche) Freud pdf – controappuntoblog.org

Michael english subtitles e analysis – Raggiunsero il traghetto : Carl .

“Why is there not one among these believers who believe?” ; Dreyer

Dreyer Dies Irae (Vredens dag) 1943, Película completa en español ..

Carl Theodor Dreyer | controappuntoblog.org

Gertrud: amor omnia – Carl Theodor Dreyer

Ordet Il miracolo è un fenomeno psichico …

Resurrezione da “Ordet” di T. Dreyer | controappuntoblog.org

Carl Theodor Dreyer’s Die Gezeichneten (1922) – Gli stigmatizzati

http://www.controappuntoblog.org/2013/06/01/carl-theodor-dreyer%E2%80%99s-die-gezeichneten-1922-gli-stigmatizzati/

Il cinema di Dreyere la spiritualità del Nord Europa.Giovanna d’Arco, Dies irae, Ordet

http://www.controappuntoblog.org/2012/02/13/il-cinema-di-dreyere-la-spiritualita-del-nord-europa-giovanna-darco-dies-irae-ordet/

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