CAROLA BAUCKHOLT

HELLHÖRIG DE CAROLA BAUCKHOLT.

Se anunció como ópera de cámara, pero al llegar se nos advirtió, que no era ópera, pues se trataba de algo muy distinto. Es que las propuestas de Carola Bauckholt, se encuentran en las fronteras de la música, jugando y fragmentando los sonidos provocados por muchos objetos, algunos muy tenues y otros a veces destemplados.

Por ello tal vez, y debido a que este Hellhörig, es mucho más extenso que otros trabajos, y habiendo tenido en su origen, un sustento visual y de intérpretes mayores a los que la compositora usualmente utiliza, que se pensó al traerlo a nuestro país, llamándolo “ópera de cámara”, como fue anunciado en el programa del Festival.

Y es en esta frontera, donde sonido y ruido, tratan de convertirse en música, la instancia en que el público debía sumergirse.

Al ingresar a la Sala 1 del GAM, parte de los intérpretes estaba en el escenario, con una tecladista, en un instrumento electrónico, manipulando sonidos provocadores de fuerte tensión, acentuados con la sala y el escenario iluminados de rojo.

Luego al cambiar la luz, se inició un recorrido sonoro o de ruidos, producidos por una enorme cantidad de objetos, a cargo del “Schlagquartett Köln”, un grupo de percusión encargado de extraerles sonidos, golpeándolos, arrastrándolos, soplando, con palmas, etc. mientras tres chelistas, producían con sus instrumentos, todo tipo de sonoridades, algunas, a partir del sonido propio del chelo.

Luego desde el fondo, surgen tres cantantes, que se pasean, a veces solemnemente, o como jugando por el escenario, emitiendo todo tipo de sonidos, a veces como si actuaran, incluso vaciando con solemnidad, garbanzos sobre unos elementos que los conducen hasta unas cajas de cartón.

En el fondo a la izquierda, un piano de cola, intervenido con unas cuerdas que cuelgan desde el techo, allí Helena Bugallo, se encarga de hacerlo sonar, manipulándolo en forma no convencional.

En el fondo, esta ópera de cámara, -sin argumento-, que anuncia la revista programa del XXI Festival de Música Contemporánea, si lo fue en algún momento –no existen datos, sobre el estreno en la Bienal de München del 2008-, no reproduce la puesta en escena que se anuncia en las fotos, tampoco existieron las proyecciones, ni los  sonidos de la naturaleza, que transformarían la obra, incluso en alegato ecológico.

¿Qué razón hizo que su presentación se redujera, a lo que se presentó?, creemos que el Festival, tiene un prestigio bien ganado, como para que un conjunto, provenga de donde provenga, anuncie algo, y luego presente un producto diferente.

No se puede dudar, que lo expuesto, fue realizado pulcramente, con una perfecta sincronización, cuidadosos cambios de luces, y logrados movimientos de los cantantes, pianista y percusionistas, dirigidos por Erik Oña.

No obstante, lo que llama la atención, es que nada de lo presentado, es nuevo, tal vez la puesta en escena, con la iluminación, en la que algunas cosas, resultan simpáticas, como los sonidos que obtienen al “raspar” con esponjas, globos inflados por ellos mismos, o bien  jugar con los mismos globos, provocando sonidos al soltarlos y agarrarlos repetidamente con los dedos, algo más propio de un jardín infantil.

Por ello creemos que esta puesta en escena, queda sin memoria auditiva, sólo se recordará, la puesta en escena en general, aunque perfectamente podría ocurrir, que a su compositora, este aspecto no le interese.

Debemos recordar que estos experimentos, en la música, se iniciaron en la década de los sesenta del siglo pasado, por ello pensamos que para las generaciones más jóvenes, que no vivieron estas experiencias, lo visto y escuchado, en esta oportunidad, puede resultar novedoso, pero resulta inexplicable, que se presente como abriendo “nuevos rumbos”.

La reiteración de recursos, en esta especie de “Acción o Indagación sobre la naturaleza de los Sonidos” termina por agotar, debido a que su duración se extiende por casi una hora y media, cuando a los veinte minutos, ya se había expuesto todo su material sonoro; esto provocó que varios espectadores se rindieran al sueño, mientras uno de los chelistas, bostezaba sin mayor disimulo.

Sin duda, nos habría gustado ver la propuesta original, con todos los elementos que se anunciaron, para mejor evaluar, porque consideramos que no es bueno, que la UC y su Festival de Música Contemporánea, aparezcan entregando al público un producto, que no corresponde al ofrecido.

Gilberto Ponce. (CCA)