Esclavitud, esclavismo y desarrollo técnico. I – II- III: Las razones del marxismo.

Esclavitud, esclavismo y desarrollo técnico. I

Palabras preliminares.

Nicolas Kogan *

Foto: Carolina Crisorio

 

En el siguiente trabajo intentaré relacionar distintos aspectos de la historia griega en la antigüedad con la existencia de relaciones sociales esclavistas en la sociedad que fue cuna del pensamiento filosófico. En el desarrollo del mismo realizaré un recorrido muy sintético[i] por la historia de la Grecia antigua atravesando las etapas más importantes en que tradicionalmente se fragmentó su evolución política (el período creto-micénico, la etapa del oikos -tradicionalmente denominada edad Oscura-, el período clásico de esplendor de la pólis en el que me detendré con mayor nivel de detalle y evitaré introducirme en las condiciones de la expansión bajo el signo de la unificación macedónica en el período helenístico).

 

El objetivo central es conceptualizar las nociones de esclavo, esclavitud y esclavismo. Con tales premisas abordaré el especial contraste entre la sociedad espartana y la ateniense puntualmente en relación a las formas de trabajo dependiente y precisando la esencia del esclavismo y el ilotismo. Haré también referencia a la experiencia romana pero solamente con el objetivo de contrastarla con el proceso griego y profundizar en la discusión sobre la aplicabilidad de las categorías de análisis.

Finalmente me adentraré en las cuestiones más importantes que han desarrollado los estudiosos de las problemáticas sobre ciencia, técnica y sociedad. Una vez clarificado ese marco introduciré la cuestión específica de la vinculación entre las relaciones sociales esclavistas en la Grecia antigua (aun sin que estas representen la relación social más generalizada) y los avances o bloqueos de las técnicas. Cabe aclarar, aunque de algún modo ya fue hecho, que el análisis central estuvo enmarcado en el contexto de una ciudad en particular de la gran variedad de urbes que poblaron la costa egea, Atenas, y, en su evolución particular, la voluntad analítica se detuvo en los años centrales de su período clásico en el siglo V a.n.e.

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  • Historia de Grecia

La historia de la Antigua Grecia puede subdividirse en varias etapas y existe un consenso importante en relación a este punto en la comunidad de académicos. Las sociedades palaciales de Creta y Micenas dieron paso a una edad basada en la organización del oikos conocida en algunos ámbitos como Edad oscura. Posteriormente una etapa de expansión colonial y agrupamiento de oikoi denominada era arcaica o etapa de formación de la pólis abrió el camino a la época esplendorosa de Atenas y Esparta, denominada, comúnmente como época clásica de la historia griega. Finalmente tras la unificación de las poleis bajo el dominio macedónico y con la estela de la majestuosa campaña expansionista de Alejandro Magno se desarrolló el período helenístico que culminó sumergiendo a Grecia en la historia imperial romana.

Así como son reconocidas las edades del bronce propias de las sociedades de la Mesopotamia asiática y Egipto, existe una edad del bronce egea que es la de los aqueos, el mundo micénico, las tablillas de lineal A y B, el mundo minoico o cretense, el de la división de la tierra en kitimena kotona (tierra del palacio) y kekemena kotona (tierra comunal de la aldea). El mundo creto-micénico estaba basado en una organización social ligada al palacio. Se trataba, como afirman Austin y Vidal Naquet[ii], de “reinos minúsculos centralizadores y burocráticos modelados según las civilizaciones coetáneas del Oriente Próximo” que mencionábamos más arriba. Estos palacios controlaban a las aldeas rurales que estaban bajo su influencia territorial.

Siguiendo a Ellen Meiksins Woods[iii] se trataba de sistemas redistributivos en los que la tenencia de la tierra imponía necesariamente ciertas obligaciones con la autoridad central a la que pertenecía el conjunto de la tierra. Las clases ricas y privilegiadas tenían, además de tierras, cargos públicos o funciones oficiales. Los campesinos, en cambio, debían impuestos, tributos o servicios laborales al terrateniente local o a la autoridad central. El campesino dependía jurídicamente y estaba sujeto políticamente. Su trabajo era el inicio de la cadena de redistribución, apropiación, transferencia y almacenamiento. Esta es la imagen que puede interpretarse o leerse tanto en los registros arqueológicos, en las leyendas míticas como la del rey Minos (cuyo palacio de habitaciones podría ser considerado un centro de almacenamiento y redistribución) y en las tablillas de Lineal B (que revelan una economía palacial y redistributiva).

La caída de estos reinos palaciales significó una ruptura en las formas de vida social y política pero también en las formas de representación simbólica[iv] y, fundamentalmente para nuestros intereses, en las relaciones de explotación que se regían mediante un sistema tributario. Es factible pensar que las comunidades aldeanas de base campesina que funcionaban como base de la sociedad palacial continuaron durante la denominada Edad Oscura. Habría, entonces, una continuidad en las formas materiales de producción pero ya sin el palacio, su aparato administrativo y su sistema de apropiación, almacenamiento y redistribución[v].

El oikos fue la célula básica de la sociedad postpalacial. Se trataba de una unidad de producción-consumo que involucraba la tierra, las construcciones, las viviendas pero también los graneros, los corrales, la gente, la familia del aristócrata, sus servidores en general libres, muchos dependientes, algunos esclavos  (en este período no hay esclavos trabajando la tierra, hay esclavos domésticos), diversidad de ganado. El oikos era tanto la casa como sitio físico como el hogar en tanto núcleo de pertenecía pero también implicaba la propiedad privada de una familia sobre la tierra (kleros) así como la familia misma y los dependientes que eventualmente se agregaran a ella.

Estas células domésticas se hallaban vertebradas por dos principios: el del patrimonio encarnado por el hombre como dueño de todo lo que caía bajo la jurisdicción del oikos y el del matrimonio como poder de gestión de la mujer a quien el hombre al introducirla en su casa ponía al frente del hogar. Este segundo principio es un síntoma claro de que las relaciones de parentesco tenían un rol esencial en el entramado social que rigió a las comunidades helénicas entre los siglos XII y VIII a.n.e. Puede afirmarse que en la sociedad del oikos predominaba una lógica de parentesco en la que los jefes de aldea competían por el liderazgo y una reciprocidad que, en general era bastante equilibrada, organizaba los vínculos de la sociedad[vi]. Si bien el oikos es un espacio de producción y consumo y se ha observado, inclusive, que en é se hunden las raíces etimológicas más antiguas de nuestro actual concepto de economía debe ser abordado a partir de premisas diferentes a las que se utilizan para realizar los análisis económicos contemporáneos.

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  • Surgimiento de la pólis

En el paso del oikos a la polis se produjo el cambio del dominio del parentesco a una lógica en la que pasó a dominar la política. Un elemento documental que muestra esta transición fundamental puede apreciarse a través del texto de Hesíodo, Los Trabajos y los Días, en el que el poeta relata su disputa con su hermano Perses por unos territorios de la aldea de Ascra. Se observa en este testimonio que la resolución de la disputa no se lleva a cabo en el marco de la aldea  sino en el ágora lugar emblemático de las prácticas políticas. Se altera, en ese pasaje, la lógica de una reciprocidad equilibrada. Hesíodo habla de “reyes devoradores de regalos” y si tenemos en cuenta que su aldea Ascra quedó subordinada a la polis de Tespias puede argüirse que lo que se está consumando en el contexto descrito por el poeta es la emergencia de la lógica política estatal desplazando a la lógica del parentesco. El centro se encuentra fuera de la aldea y los conflictos ya no se dirimen dentro de la misma.

La polis conservaría en su interior, al surgir, a los núcleos aldeanos. En esa línea Robin Osborne[vii] plantea que la ciudad griega funcionaba más bien como una aldea ampliada debido a que la ciudad y su hinterland (khora) estaban indiferenciados en límites difusos. Es por eso que los labradores adquirieron una posición tan importante al participar activamente como ciudadanos en la toma de decisiones políticas y al formar parte del ejército como herramienta fundamental para la defensa del territorio. Podría pensarse que este modelo de surgimiento de pólis basado en la preexistencia y conservación de los principios aldeanos se contradice con la clásica explicación basada en el predominio de una clase aristocrática que impuso su hegemonía en la conformación de las poleis griegas. Sin embargo, es factible pensar que la aristocracia que logró instalar un poder mayor provenía de una aldea que impuso su poder a la aristocracia de otras aldeas. En este sentido, no serían propuestas incompatibles.

El caso ateniense dentro de este modelo general es particular ya que antes de consolidarse como un territorio con unidad habría contenido comunidades con capacidad de ser por sí mismas poleis autónomas. A partir de allí hay una visión que plantea que en Atenas la polis se conformó a partir de un centro que realizó un proceso de colonización interna de los núcleos cercanos. No sería una unificación basada en una fuerza centrípeta de varias aldeas que tienden hacia un centro (idea de sinecismo) sino la expansión de uno de ellos por exceso de población y larga presencia en la región que va unificando y colonizando. Este proceso se conoce con el nombre de sympoliteia.

En la región del Ática, que es una de las más documentadas, habría que decir junto con Gallego[viii] que existieron cuatro condiciones socio-históricas fundamentales que van a permitir explicar luego la emergencia de la polis democrática ateniense: la presencia de comunas rurales en las que se aglutinaban las propiedades agrarias familiares;  el desarrollo de la urbanización ligado a la estructuración de ciertas instituciones que avanzarían en la organización jurídica de la comunidad; la existencia de varios grupos sociales (los aristócratas terratenientes –eupatridai- que controlaban el poder institucional y la gran masa de  campesinos –plethos- que vivían en aldeas). Finamente la conformación de la infantería hoplítica y la codificación de Dracón competan los elementos importantes a ser considerados para entender el proceso histórico social que condujo a los atenienses hacia la pólis clásica.

En la denominada era arcaica se habría producido una acumulación económica y política de la aristocracia en detrimento de un campesinado degradado y una gran masa de pobres rurales había caído bajo su dominación a través de una relación que los sometía a la situación de esclavitud por deudas dejando por consiguiente de integrar la comunidad (perdían el usufructo autónomo de la tierra y la condición de libertad). Una generación después de Dracón la rebelión desatada por los más perjudicados de este campesinado empobrecido fueron el impulso más importante para la realización de las reformas solonianas delimitando la ciudadanía y marcando el ascenso socio-político del campesinado que pasó a constituirse en el soporte de la polis ateniense. Solón liberó a la tierra de la esclavitud y por ende a sus apéndices: sus moradores. A partir de Solón se desarrolló un orden cívico que giró en torno al eje de la participación en el derecho de ciudadanía de todo hombre libre nacido en la comunidad. Esta categoría incluía las cuatro clases censitarias según el acceso a la tierra: pentakosiomedimnoi, hippéis, zeugitai y, por último, los thetes[ix].

La culminación de las reformas jurídicas que enmarcaron el proceso del surgimiento de la pólis ateniense estuvo dada por la obra de Clístenes quien elevó a las comunas campesinas al rango de demos (poderes políticos y territoriales de base ligados al gobierno central). De esta forma se afirmó la unidad del cuerpo cívico y se quitó a la aristocracia la cuota de poder que tenía en base a la estirpe. La filiación territorial pasó a ser determinante por sobre la del abolengo familiar. Los nobles más poderosos siguieron conservando igualmente su peso e influencia merced a la utilización de prácticas clientelísticas pero el campesinado comenzó a intervenir activamente en las decisiones de las asambleas. Según Sinclair[x], Clístenes favoreció el reconocimiento de aquellos cuyo derecho para llegar a ser atenienses era dudoso y transfirió con sus reformas, el control de los asuntos desde las viejas familias aristocráticas a los demos o comunidades locales  en las que todos los atenienses libres habían pasado a tener que registrarse. Se mezcló al pueblo y el domicilio sustituyó al parentesco como base de organización política.

Es factible pensar que este avance progresivo de la ciudadanía en la legislación tuvo su contrapartida en la conformación paralela de un lugar (o un no lugar)  claramente delimitado para los esclavos dentro del cuerpo cívico. Esto no significa, necesariamente, afirmar que Grecia se haya convertido en una sociedad esclavista aunque hay autores que sí lo aseveran[xi]. Mactoux[xii], por ejemplo, plantea que el código soloniano era una estructura coherente que estaba organizada en torno a dos grandes ejes normativos diferentes pero que en conjunto constituían un único esquema con una gran finalidad: la conformación de un sistema claramente esclavista. Por un lado había leyes relacionadas con las cuestiones delictivas otras que regulaban el comportamiento de los esclavos. Ambas condujeron a la sociedad ateniense a la conformación y organización de un espacio que inscribía a la esclavitud mercancía como una institución firme.

En esta nueva ciudad hoplítica el ciudadano era propietario y el esclavo era objeto de propiedad. A partir de la normativa de los legisladores, principalmente de Solón, se inició un camino que condujo a la sacralización de la propiedad y que fue conformando una comunidad de ciudadanos propietarios. De acuerdo a Mactoux en el código soloniano se le quitaba a los esclavos derechos jurídicos pero también obligaciones jurídicas. El delito de  un esclavo era delito del amo. Esta “solidaridad jurídica” (el amo respondía sobre sus propiedades y, por ende, sobre sus esclavos) revela el fundamento de la relación social de propiedad que tenían los ciudadanos sobre los esclavos y consolidaba a la sociedad como esclavista.

La legislación también fue organizando el espacio y las actividades en las cuales los ciudadanos tenían participación plena y de las cuales los esclavos estaban excluidos. De esta manera la simbología de estas exclusiones coadyuvaron para establecer con precisión bien marcada cual era el lugar del esclavo en la sociedad. Por ejemplo se excluía a los esclavos del espacio en el que  se realizaban los ejercicios gimnásticos para los juegos panhelénicos. Esta práctica estaba reservada para los ciudadanos. Había sitios transitables por todos sin distinción pero otros que estaban vedados para los no libres. El santuario de Deméter, por ejemplo, era uno de ellos. En términos del autor la ciudad de jerarquizó. Más allá del claro recorte jurídico (veremos más adelante los contrapuntos de un debate que opone la imagen del esclavo mercancía a partir de fuentes legales a las explicaciones que enfatizan las profundas implicancias humanas que atraviesan a un individuo esclavizado), la inclusión del análisis simbólico y de los usos del espacio es un aporte interesante para complejizar y profundizar la mirada sobre la esclavitud antigua en Grecia[xiii].

Un aspecto también fundamental que es necesario remarcar en la etapa de desarrollo de la pólis es el proceso de colonización en la región del Asia Menor y el Mediterráneo oriental. En los siglos centrales de la era arcaica se fueron fundando nuevas ciudades que adquirieron diversos rótulos (apoikías, emporiom) según la función desempeñada. Más allá de las razones verdaderamente fundamentales que explican este proceso migratorio y colonizador sobre las que existe un importante debate[xiv] lo que quisiera destacar es el recurso de la mano de obra empleado por estas nuevas ciudades. Siguiendo a Austin y Vidal Naquet[xv] existieron colonias que fueron autárquicas obteniendo todo lo necesario para el sustento y reproducción de sus condiciones materiales a través del trabajo de los propios colonos y también hubo colonias que recurrieron total o parcialmente a poblaciones indígenas sometidas en esos nuevos territorios. Esta es la base de una variopinta gama de relaciones sociales que están en las lindes de la esclavitud y cuyas singularidades no permiten que las reflexiones sobre el esclavismo las incorporen tan fácilmente[xvi].

Comparación entre Esparta y Atenas en relación a las formas de trabajo dependiente

El proceso histórico espartano presenta algunas particularidades que es prudente precisar para poder establecer posteriormente la diferenciación entre la fuerza de trabajo esclava y la fuerza de trabajo ilota. Esparta ocupó a través de un proceso de conquista la región sur oriental de la península del Peloponeso (Laconia) y, posteriormente, la región suroccidental conocida como Mesenia. Así se conformó el estado lacedemonio comandado por Esparta. Este proceso de conquista le otorgó a Esparta el control sobre una población entera dependiente que constituirían el sector de los ilotas. Por otro lado este sometimiento ejercido por Esparta sería la base de las comunidades de periecos sujeto social que estaría por debajo de los homoioi (los iguales) en la jerarquía política lacedemonia[xvii].

El ilotismo espartano se distinguía por su carácter homogéneo. Estaba conformado por individuos apresados por conquista de una única región y sometidos a condición de dependientes motivo por el cual todos los ilotas hablaban la misma lengua. Los esclavos atenienses, en cambio, carecían de identidad común. Los ilotas no se compraban en el mercado de esclavos, se reproducían en el propio seno de su comunidad. Los ilotas podían pretender formar parte del estado lacedemonio en la medida en que eran reclutados para prestar servicio en la guerra a partir de la cual podían luego obtener una libertad condicionada a nuevos requerimientos de servicio. El sentimiento de identidad común (sobre todo entre los ilotas de Mesenia) es la causa central del gran número de rebeliones que impulsaron[xviii], hecho mucho más infrecuente entre los esclavos de Atenas.

La situación de los esclavos atenienses es profundamente distinta. Son personas que carecen de cualquier derecho. Son propiedad directa de sus dueños. Carecían de personalidad jurídica excepto de algunos grupos privilegiados (esclavos públicos o choris oikountes). A diferencia de los ilotas no tomaban parte en la guerra. Más allá de esta exclusión esencial participaban de casi todas las demás actividades: agricultura, comercio, artesanía, trabajos domésticos, etc siempre realizando las tareas más duras. Algunos, inclusive, realizaban algunas funciones para el Estado como escribanos, secretarios, empleados de prisiones, etc. Eran mayoría en el trabajo minero y había un grupo de 300 que practicaba funciones policiales. No tenían ninguna unidad de origen y la variedad de condiciones debida a la heterogeneidad en la inserción productiva también era muy significativa (había esclavos en puestos públicos y de jerarquía y otros sometidos a una explotación muy grande en el trabajo en las minas de Laurión)[xix] No existieron por eso rebeliones organizadas ni conciencia colectiva expandida. Las rebeliones eran individuales o intentos de fuga.

En Esparta ante las mayores y comunes expresiones de rebeldía por parte de los ilotas, los éforos (homoioi encargados de presidir la Apella) debían mantener el orden y vigilar el cumplimiento de la legislación espartana. Ellos velaban por el cumplimiento de las distintas funciones de los magistrados aun las de los diarcas (recordemos la experiencia novedosa que representó la diarquía espartana en la historia de la humanidad)  pero, fundamentalmente, estaban al mando del control de la sumisión de los ilotas evitando alborotos o revueltas organizando un poder de policía.[xx]

En el estado lacedemnio los ciudadanos de pleno derecho (homoioi) se consideraban descendientes de los primitivos conquistadores de Laconia. Este derecho se lograba en virtud de ser hijo de padre y madre espartanos. Esto fue así según Casillas[xxi] hasta la época helenística. Podemos concluir que la transición a una adscripción de base territorial para la participación ciudadana que se produjo en Atenas aquí estuvo ausente y la legitimación por parentesco siguió vigente. Por supuesto que el espartano tenía su lote de tierra que también simbolizaba su rango (el kleros) en Laconia y también en Mesenia. Poseían las mejores tierras, las más productivas y rentables. Para su labranza utilizaban la fuerza de trabajo proporcionada por los ilotas que estaban ligados a la tierra y obligados a pagar una porción de lo producido a los dueños. Puede sugerirse, entonces, que la inserción del ilotismo en la vida productiva espartana estaba más restringida y acotada que la esclavitud en el caso de Atenas.

Un elemento central es que los ilotas eran propiedad del estado espartano, estaban ligados a la tierra que ellos mismos trabajaban y podían tener una precaria vida familiar. Es decir que  pertenecían al estado lacedemonio aunque nominalmente estuvieran adscritos a un kleros. En Atenas, si bien, el estado regulaba las normas que establecían la existencia de la esclavitud mercancía y organizaba de forma directa e indirecta la vigencia de la institución de la esclavitud, los esclavos eran propiedad de los ciudadanos que quisieran adquirirlos en el mercado.

Los espartanos podían ejecutar a los ilotas si lo consideraban necesario.  La ceremonia de la krypteia era, en ese sentido, fundamental. Este ritual era protagonizado por los jóvenes escogidos entre los más destacados que debían atrapar en el bosque a la mayor cantidad posible de ilotas para ejecutarlos. Según Casillas[xxii] este ritual cumplía un doble propósito. Por un lado el de regular la proporción demográfica entre los ciudadanos y los ilotas ya que estos últimos superaban ampliamente en número a los primeros. Por otro lado, reprimir preventivamente para evitar posibles sublevaciones. Tanto de laconios como de mesenios. Esta práctica institucionalizada es un indicio clave para comprender las diferencias entre el esclavismo y el ilotismo. Según Vidal Naquet[xxiii] que un esclavo huya no es cosa grave en Atenas porque los esclavos se reemplazan a partir de la compra en el mercado. En Esparta, en cambio, no se pueden comprar los ilotas, no existía un mercado para la mano de obra. Una revuelta de ilotas era mucho más desestabilizadora para el orden espartano de lo que una revuelta de esclavos lo era para el orden ateniense.

  • Definiciones de esclavo. Las relaciones esclavistas en la historia. El problema de la manumisión.

Desde un punto de vista estrictamente teórico la esclavitud es una de las variadas formas de trabajo dependiente o trabajo para otros. Esto significa, objetivamente, que otros se hacen con parte de los resultados y rigen de manera directa el trabajo que se hace y la forma de hacerlo en persona o mediante agentes o administradores. Ahora bien este hecho puntual es característico pero no específico de la esclavitud. Existe una gran variedad de trabajos para otros algunas de las cuales ya fueron mencionadas.

Por otra parte, en el análisis debemos incluir un acercamiento que excede lo estrictamente productivo. La dimensión filosófica o ética del problema aparece cuando se intenta una definición del esclavo o la esclavitud. Hay una postura muy extendida que es la de considerar al esclavo como una herramienta o cosa (que era la definición jurídica de los códigos antiguos, particularmente romanos). Finley[xxiv], por ejemplo, sostiene que “el esclavo es, ante todo, una propiedad. Que sea un ser humano no reviste la menor importancia. Los derechos del propietario sobre su esclavo eran absolutos casi totalmente”.

Hay otra definición posible que sostiene que “la esclavitud es la relación social permanente de dominación violenta que implica la alienación natal”[xxv]. El esclavo se distingue, en esta perspectiva, por ser un ser alienado natalmente producto de una relación social. Es alguien que no tiene pertenencia, que no tiene vínculo ni inscripción social. En este abordaje se plantea que siempre hay una sociedad generadora de esclavos y otra que es consumidora La sociedad consumidora de esclavos produce un desdibujamiento del lugar de origen del esclavo. De esta manera la sociedad esclavista homogeneiza a los esclavos quienes pasarían a poseer caracteres comunes. La sociedad consumidora de esclavos percibe a los mismos como sujetos amorales que practican actos salvajes y formula una alteridad que le permite organizar una percepción interior de la propia sociedad como grupo civilizado (la comunidad de ciudadanos, hombres libres) opuesta a un grupo de bárbaros, extranjeros y sometidos.

El esclavo es alguien que no pertenece al grupo. Solamente puede expresarse a través de su amo. Es una relación de poder completa y permanente. El esclavo sólo puede emanciparse pura y exclusivamente por decisión voluntaria de su propietario. El esclavo está alienado natalmente, no pertenece a la comunidad y no tiene, entonces, ningún derecho. En este punto sí pueden observarse coincidencias con Finley quien plantea que el amo tenía dominio sobre el trabajo, el producto del trabajo, la persona y la personalidad del esclavo. La carencia de gobierno del esclavo se extendía hasta los hijos y los hijos de sus hijos[xxvi]. El asunto es que el problema no reside en la descripción de los hechos que son conocidos por todos (Finley también recuerda que “el absolutismo de derechos del propietario estaba facilitado por el hecho de que el esclavo era siempre un foráneo desarraigado al que se le negaban los más elementales vínculos sociales, la parentela[xxvii]) si no en donde se coloca el énfasis para la conceptualización de la esclavitud. Es decir el debate reside en dirimir si el esclavo se define como una propiedad pasible de ser comprada y vendida o como un ser alienado natalmente.

Un punto fundamental que debemos abordar en el análisis del problema es el del carácter de la dominación ejercida en las sociedades precapitalistas en general porque eso nos permitirá tomar conciencia del marco general en el que se inscribía la esclavitud antigua. En las sociedades antiguas como en todas las sociedades precapitalistas la explotación del trabajo y la obtención de beneficios de la clase dominante se realizaba de un modo esencialmente diferente al que se realiza en la sociedad moderna capitalista. La diferencia fundamental reside en que el mecanismo capitalista de obtención de beneficio es estrictamente económico. El obrero, privado de los medios de producción, vende su fuerza de trabajo y en el propio proceso de trabajo genera un excedente que no le es retribuido y que, para Marx, constituye la plusvalía que acapara el capitalista. En cambio en las relaciones sociales de producción de las sociedades precapitalistas como la relación esclavista, el trabajador posee los medios de producción y el resultado de su producción pero la dominación se expresa en la imposición política extraeconómica de entregar una parte o la totalidad de lo producido al amo, Dominus, faraón, estado, etc. El plusvalor apropiado en este caso se denomina renta.

Por supuesto que aquí se podría objetar que en los albores del capitalismo existieron relaciones esclavistas generalizadas principalmente en el contexto americano. De todas maneras las diferencias esenciales entre ambos tipos de esclavitud es muy significativa. Los elementos distintivos que explican la especificidad del contexto de la esclavitud americana podrían encontrarse en la teoría de los modos de producción a partir de un enfoque marxista. Sin embargo es Moses Finley[xxviii] quien aborda con claridad meridiana este problema y lo resuelve con la siguiente fórmula: “La esclavitud del Nuevo Mundo existió dentro del más amplio contexto de una sociedad europea basada en el trabajo asalariado libre y la creciente industrialización mientras que la antigua se dio en un contexto preindustrial y coexistió con otros tipos de trabajo subordinado, no con el trabajo libre asalariado. La esclavitud del Nuevo Mundo no decayó durante un largo período de tiempo y se abolió muy espectacularmente con la guerra civil norteamericana (podríamos agregar en este punto, y las diversas rebeliones y revoluciones de Hispanoamérica). Finalmente, la esclavitud moderna fue reemplazada por mano de obra libre y no por otras formas de trabajo subordinado.”

Por otra parte, como remarca Zelin[xxix], las sociedades precapitalistas no están formadas exclusivamente por clases si no por órdenes y estamentos que en la sociedad plenamente capitalista tienden a anularse en función del principio de la igualdad jurídica. Este hecho es fundamental ya que permite comprender por qué en la sociedad griega, por ejemplo, la influencia de la economía sobre otros aspectos de la vida social estaba mediatizada por la instauración de categorías jurídicas determinadas. Lo que nos estaría diciendo Zelin es que para comprender la esclavitud antigua (yendo al punto que nos interesa) es preciso incluir en el análisis todo un conjunto de condiciones históricas que trascienden enormemente a la variable de la propiedad y la relación económica en la producción. El ejemplo más palpable para entender esta propuesta sería el de la manumisión de esclavos. Los manumissi délficos estaban obligados contractualmente a cumplir con una cláusula (la paramoné) que los ligaba laboralmente al antiguo amo por un tiempo más que prolongado. La persistencia de la dependencia personal no inhibía a los esclavos a aceptar de buena gana la manumisión ya que lo que se modificaba era el status social.

En términos de Jean Andreu[xxx] el liberto romano, por ejemplo, está ubicado en una especie de encrucijada. Por un lado ha sido esclavo y ni él ni los demás podrán olvidarlo. Por otro lado tiene el estatus de liberto. La manumisión le concedía la misma ciudadanía romana que portaba su amo. Sin embargo estaba sometido a toda una serie de reglamentos. En el caso griego, por su parte, Andreu compara al liberto con el meteco[xxxi] en el sentido de que ninguno de los dos estaba incorporado a la vida política ni estaba investido de ciudadanía con posibilidad de acceso a la tierra. Entre las obligaciones a las que estaba sometido el liberto romano con respecto a  su antiguo amo Andreu destaca el obsequium (respeto que un hijo le debe a un padre) que, entre otras cuestiones, prohibía al liberto de hacer comparecer ante la justicia a su patrono en los aspectos civil y penal. Por otra parte, el antiguo amo tenía derecho a las operae que eran obligaciones laborales bien precisas (un cierto número de jornadas de trabajo por año). De todas maneras, nuevamente aquí el punto central es que el esclavo veía en la manumisión no una recompensa que implicara la quita de horas de trabajo sino una recompensa simbólica por el cambio en la posición en la sociedad. La satisfacción de un cambio de status aunque persistan las obligaciones productivas es más comprensible en el marco de una sociedad precapitalista.

No vamos a entrar en este trabajo por una cuestión de espacio, en una explicación profunda de la esclavitud moderna en el marco de una economía de mercado capitalista pero es interesante observar la imagen construida por Knight[xxxii] sobre la sociedad haitiana de la América colonial moderna. Esta sociedad es emblemática del funcionamiento de las sociedades esclavistas de la modernidad. Estaba conformada por una población estructurada en función de una plantación  organizada para los cultivos tropicales con una pirámide cuyo vértice estaba integrado por alrededor de 25000 colonos blancos, un estrato intermedio de una cantidad similar compuesto por personas libres, mestizas y una base de 500000 africanos trabajadores denigrados y explotados como esclavos.

Afirma Knight que “las plantaciones unían a la sociedad local y a la economía local con África a través del comercio transatlántico de esclavos. La viabilidad económica dependía de reemplazar continuamente la fuerza de trabajo importando esclavos africanos. Las operaciones mercantiles de este sistema se extendían a varios continentes.” He aquí una diferencia sustancial entre la esclavitud antigua y la moderna que reside no sólo en la naturaleza del modo de producción que constituía el telón de fondo de la esclavitud haitiana sino en la dimensión intercontinental que caracterizaba a las relaciones comerciales que entraban en juego y que estaban ausentes en el mundo grecoromano.

Retomando a Carlos García habría que decir que las relaciones esclavistas no pueden ser consideradas de un modo transhistórico[xxxiii]. La aparición de relaciones esclavistas en la modernidad no debe hacernos creer que vienen acompañadas de idénticas estructuras sociales, económicas y jurídicas. En otras palabras pueden existir relaciones esclavistas en un contexto capitalista y su caracterización debe ser necesariamente diferente de la que haríamos para entender la esclavitud de la antigüedad. La esclavitud antigua no fue periférica a ningún mercado central capitalista.

Así como remarcamos las diferencias entre los modos de explotación del trabajo subordinado en la antigüedad y en el contexto de las sociedades de mercado capitalistas, es prudente puntualizar las distinciones que separan al esclavo de otra gran forma extendida de trabajo subordinado precapitalista que es la servidumbre. Siguiendo a Engerman[xxxiv] ambas condiciones (la esclavitud y la servidumbre) solían tener un carácter hereditario y, por ende, una duración ilimitada en el tiempo. Ahora bien, los siervos solían tener algunos derechos de posesión sobre la tierra que los esclavos no tuvieron y la enajenación de un siervo raramente podía ser producida sin la vinculación con la tierra. La servidumbre, por otro lado, autorizaba el pago en dinero o tiempo de trabajo a los propietarios para obtener algunos permisos como el matrimonio y la movilidad. En el caso del esclavo esto no era lo normal. Finalmente y, fundamentalmente, el esclavo era considerado un foráneo extraño a la sociedad. Esta condición en la extensión en que acompañó al esclavismo es específica de esta forma de trabajo subordinado y, a pesar de los reparos señalados en el párrafo previo, es la que la dota de su particularidad en cualquier período en que la observemos.

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  • NOTAS

[i] Es m intención prevenir sobre el carácter extremadamente sintético del recorrido histórico que se presentará en el primer apartado que fue introducido en función de ofrecer una presentación del escenario absolutamente necesaria para reflexionar sobre cuestiones que constituyen importantes problemas de la historia. El esfuerzo analítico está concentrado y desplegado en el cuerpo central de la monografía que gira en torno a los núcleos esenciales de seminario. Inclusive en la descripción histórica de la evolución de la historia griega se irán anticipando los ejes centrales que se discutirán en los apartados de mayor profundización.

[ii] AUSTIN, M. y VIDAL NAQUET, P. (1972: 45).

[iii] WOOD, E., M. (1988: 273) .

[iv] Para analizar los alcances más importantes de la dimensión escrita y de la representación simbólica como antecedente o causal de la evolución del pensamiento filosófico en la Grecia antigua véase OLSON D.: El Mundo sobre el papel. El impacto de la escritura y la lectura en la estructura del conocimiento. En este trabajo el autor asume que las razones más importantes para entender el proceso evolutivo del pensamiento filosófico griego se encuentran en el marco histórico social de la expansión colonial de los siglos VIII a V a.n.e.

[v] La situación a la caída de los palacios, argumentando la continuidad de las aldeas, implica necesariamente la preponderancia de la agricultura sobre el pastoreo ya que esta última es una actividad que requiere de grandes extensiones de territorio que seguramente no poseían los campesinos que sobrevivieron a los palacios que no estaban en condiciones de controlarlos.

[vi] El cuidado en el análisis de las prácticas económicas de la antigüedad es un tema central den las discusiones historiográficas. La tendencia bien marcada en las sociedades de mercado capitalistas y prácticamente inexistente en las sociedades precapitalistas ha originado en no pocos autores la necesidad de reflexionar sobre la validez de nuestras categorías modernas para la indagación de los procesos de la antigüedad. MIRÓN PÉREZ, M.D. (2004, 64, 68, 70) La autora plantea que el objeto de la economía actual es el estudio de la circulación de bienes y productos a través del mercado. Las categorías de análisis empleadas en economía (mano de obra, capital, inversión, oferta, demanda, etc.) están adaptadas al estudio del capitalismo un sistema económico que pone al mercado como su centro. No es posible trasladar directamente estas categorías al análisis de la economía de la antigüedad lo cual no implica pensar que no haya existido pensamiento económico en aquél período. FINLEY, M. (1972: 163, 170, 171) En una línea similar y a partir de un desarrollo teórico más profundo sostiene que los antiguos jamás describieron la tierra como la mejor inversión para llevar al máximo las utilidades. Se sabía que la tierra era productiva pero estaba en primera lugar entre las opciones por razones de carácter moral y de “naturaleza” (porque la agricultura era justa, no era a expensas de otros) pero no se hacía una ecuación entre la moral y las ganancias. Los antiguos podían darse el lujo de una opción moral y aun así hacerse más ricos y no más pobres. La inversión en tierras  nunca fue en la época antigua una política calculada y sistemática. POLANYI

AUSTIN, M. y VIDAL NAQUET, P. (1972:2 3, 25)  Fue Karl Polany quien sistematizó algunas de las categorías más importantes a ser tenidas en cuenta para abordar el problema de la economía en sociedades precapitalistas y preestatales. El propuso cuatro esquemas  para comprender el funcionamiento de la circulación y repartición de bienes en dichas sociedades: la reciprocidad, la redistribución, los intercambios por medio del comercio y la economía doméstica. En la Grecia antigua cualquier análisis económico se topará inevitablemente con el político y se fundirá en él.

[vii] OSBORNE, R. (1995).

[viii] GALLEGO, J. (2005).

[ix] SINCLAIR, R. K. (1999: 16-17). La división del cuerpo de ciudadanos  quedó establecida en cuatro clases: pentakosiomedimnoi (aquellos que producían como mínimo 500 medimnoi de grano al año; hippeis (los caballeros que producían al año 300 medimnoi o más), zeugitai (hoplitas o cualquier otro que produzca 200 o más) y thetes (labriegos que andaban por debajo de los 200).

[x] Ibidm

[xi]FINLEY, M. (1982). Es necesaria la conjunción de tres aspectos para que surja una sociedad esclavista. En Grecia la propiedad concentrada de tierras de las familias eupátridas junto con la existencia en el Ática de indicios de una fuerte urbanización y producción de mercancías (recordemos el proceso de sinecismo o sympoliteia analizado anteriormente) y el factor clave generado por Solón anulado la servidumbre por deudas y dejando a las familias terratenientes sin una fuerza de trabajo fundamental para la producción de sus parcelas son los factores que determinan la conformación de Atenas como una sociedad esclavista. Para la aplicación del mismo esquema a la situación romana. Ver supra p. 25.

[xii] MACTOUX, M.-M. (1988: 333-342).

[xiii] Un aporte sumamente enriquecedor que también contribuye en gran media a la comprensión de las implicancias de las reformas de Solón es el trabajo de VALDÉS GUÍA, M. (2006: 144-150). Según esta autora en el siglo VII se produjo un proceso de degradación del campesinado a partir de un contexto ya precario desde antes en el que hay dos tipos de situaciones: un grupo de pequeños y medianos campesinos propietarios de su parcela (al estilo de Hesíodo en Beocia y, por otro lado, los no propietarios de tierras, thetes y/o hectémoros que trabajan las tierras de los ricos o tierras comunales puestas en cultivo y controladas igualmente por los aristoi). Existía propiedad privada y comunal que podía ser objeto de reparto o privatización pero también arrendada o entregada en usufructo en cuyo caso la operación sería probablemente gestionada por los nobles locales. No obstante, existía también una ideología conservadora que inhibía la alineación o enajenación de la tierra. Estaba afianzada la idea de la preservación de la propiedad del kleros y el oikos, no perder la tierra heredada de los antepasados. La tierra se “hipotecaba” (pero no se perdía) a partir de una situación de endeudamiento. Los horoi que marcaban los mojones hipotecarios eran de tres tipos: mojones en las propiedades sobre las que pesaba una deuda; marca de la atima chremata de los campesinos endeudados que no pagaron sus deudas (tierra endeudada perdida o confiscada); estelas que recordaran la situación de las tierras tanto públicas (sacras o profanas) como privadas concedidas en régimen de arrendamiento o hectemorazgo (dadas para trabajo y uso de “no propietarios” a cambio de una parte de la cosecha o de una renta. Los campesinos que se endeudaban y perdían su tierra podían o bien ser vendidos como esclavos (generalmente en el extranjero) o bien servir como thetes (hectémoros) en su antigua propiedad o quizás en otra.

[xiv] Existen posiciones demografistas que sugieren la existencia de un desfasaje entre población y recursos y otras que ponen el foco de atención en la monopolización de los terrenos más productivos por parte del grupo aristocrático.

[xv] Ibid: P: 71-73.

[xvi] De los ilotas espartanos nos ocuparemos con cierto grado de profundidad en el acápite siguiente pero no debe pensarse que las reflexiones sobre la esclavitud son válidas para el conjunto de las relaciones sociales que se implantaron en las poleis griegas. Me refiero a los klarotai de Creta, los woikitai de la Lócride oriental y los penestai de Tesalia, Mariandynoi en Heraclea Póntica, Killyrioi en Siracusa, Gymnetai en Argos.

[xvii] Los periecos eran parte integrante del estado lacedemonio y poseían un estatus político, social y económico que les distinguía del resto de la población dependiente. Tenían cierto autogobierno con instituciones independientes del poder central que organizaban la vida política, social y económica de las comunidades. Estaban sometidos en algunos asuntos centrales a Esparta como las relaciones externas (voluntaria o involuntariamente). Se los ha calificado desde alguna explicación como aliados desiguales de Esparta. Estaban impedidos de acceder a algunas magistraturas, participar de ciertos rituales religiosos y acceder a determinados estadíos de la agogé (organización educativa que impartía la formación de los espartanos). También estaban sujetos al pago de un tributo real cuyo monto aparentemente no fue determinado. Todos estos atributos, entonces, nos obligan a separarlos claramente de los ilotas.

[xviii] Hay dos procesos de rebelión de los ilotas de Mesenia muy importantes. El primero en la época de Tirteo de 464 a 460 y el segundo (más profundo) en 370-69 tras la derrota de Leuctra cuando Mesenia se separó y se constituyó como estado independiente.

[xix] Ibid.. Pp. 102, 103, 106.

[xx] CASILLAS, J.M. (1997: 41)

[xxi] Ibídem p. 46.

[xxii] Ibid. p.71.

[xxiii] Ibidem p. 197.

[xxiv] Ibídem pp.:91-92.

[xxv] PATTERSON, O. (1982).

[xxvi] Ibidem p. 94.

[xxvii] Ibid. p. 95.

[xxviii] Ibid. p. 165

[xxix] ZELIN, K.K. (1989).

[xxx] ANDREAU, J. (1991).

[xxxi] En Atenas existía, también una categoría intermedia ubicada por debajo del cuerpo de ciudadanos, los metecos, que eran los extranjeros residentes en Atenas. Estos individuos estaban sujetos a diversas cargas y obligaciones aunque eran jurídicamente libres. Debían pagar el impuesto metoikon (la falta en el pago los dejaba sujetos a esclavización); debían procurarse un prostates (un patrono que los representara ante la justicia); en el ejército servían en contingentes separados y en la flota actuaban como remeros. No tenían ningún derecho político, eran incapaces, a su vez, de adquirir casas y tierras a menos que se les otorgara un privilegio especial. Se volcaban, generalmente como consecuencia de lo anterior, a las prácticas artesanales, comerciales o bancarias. Todos estos elementos son los que explican el carácter inferior de los metecos respecto al conjunto de ciudadanos pero, a su vez, las concesiones de las que gozaban (como su inserción aunque no protagónica en la flota) nos obligan a separarlos del conjunto de los esclavos que carecían de ellas.

[xxxii] KNIGHT, F. (2002)

[xxxiii] GARCÍA, C.: clase teórica dictada el 11/10/2007.

[xxxiv] ENGERMAN, S. (1999) No pierdo de vista que el autor se concentró en experiencias histórica alejadas del mundo grecorromano de la antigüedad para formular sus conclusiones pero el carácter generalizable y atinado de las mismas que él mismo intenta remarcar es lo que me impulsó a considerarlas.

Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. Vol. 5. Marzo 2010-Febrero 2011

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Esclavitud, esclavismo y desarrollo técnico. II

 

El problema de la libertad. La cuestión del método. La validez de concepto “clase social”. Las razones del marxismo.

Nicolas Kogan.

Foto Carolina Crisorio

Es preciso para alcanzar un acercamiento profundo al problema de la esclavitud y el esclavismo puntualizar, también, la noción de libertad. Definir y aprehender al esclavo implica tener una noción bien fundada de su contraparte, el sujeto libre. Podemos asumir con Finley que el hombre libre es aquel que goza de derechos en contraposición al hombre esclavo que carece de ellos. Finley nos muestra que los derechos no son entidades fijas si no variables y condicionadas por la historia. Además los derechos están vinculados a cuestiones precisas y no deben ser pensados como conceptos abstractos.

La libertad del ciudadano griego era, fundamentalmente, la libertad de tomar parte en la stasis. La stasis estaba limitada al cuerpo de ciudadanos griegos, a los hombres libres. A diferencia de la concepción moderna (puntualmente la de la sociedad occidental tras la revolución francesa), los hombres no nacían ni libres ni iguales y esto no era una contradicción para el hombre griego. La libertad de unos implicaba la falta de libertad parcial o total para otros. Finley[i] es más provocador aun, sugiere que el termino libertad es un concepto que careció de significado y existencia en la mayor parte de la historia del hombre. Es una idea que tuvo que ser inventada.

Por otra parte es complejo, también, el punto de partida metodológico para la exploración de estas diversas problemáticas. El que se ha encargado de formular y precisar con una rigurosidad importante el problema del método en el análisis de la cuestión que nos ocupa es Zelin. Este autor de clara impronta marxista, subraya que “en toda relación (social) de dependencia que se investigue deben tenerse presentes tres elementos: la naturaleza de la relación establecida entre el que ocupa la posición dominante y el dependiente, b) el grado y la naturaleza de la dependencia que pesa sobre el individuo explotado; c) la situación social, la extensión y la naturaleza del poder del que ha sometido a este y utiliza su trabajo.” [ii]

Ste. Croix[iii] realiza una construcción metodológica que, en cierta forma, se inscribe  dentro de la propuesta elaborada por Zelin. Por ejemplo, en el abordaje de la situación del campesinado griego que nos ocupará en el apartado siguiente, el autor reconociendo que una parte importante de los campesinos pasaba a integrar la clase de los propietarios[iv] encara la siguiente descripción: El campesinado griego antiguo se definiría por estar principalmente conformado por labradores que poseen, sean o no sean de su propiedad, los medios de producción agrícola que los mantienen; no ser esclavos y, por consiguiente, no ser propiedad de otro; ocupar la tierra en condiciones variadas (arrendatarios, propietarios francos o colonos por voluntad); trabajar las tierras como unidades familiares, ocasionalmente haciendo uso limitado de esclavos o trabajadores asalariados; encontrarse asociados a unidades mayores que la familia, habitualmente, las aldeas; sostener a las clases superpuestas que los explotan en mayor o menor grado. Para este autor debe entenderse, entonces, al campesinado como una clase social compleja que puede ocupar una posición de propietaria en determinada formación social algo que se definiría a partir de la propiedad y/o posesión de los medios de producción, el tipo de ocupación de la tierra

Por supuesto que se abre, de este modo, un problema muy importante en la reflexión metodológica: el de la aplicabilidad del concepto de clase. Si nos trasladamos de los campesinos libres a los que estaban esclavizados el parteaguas tiene una magnitud importante. La cuestión está estrechamente vinculada con la caracterización de la sociedad y el período de la antigüedad que se analice pero fundamentalmente con la conceptualización que se realice sobre la categoría de esclavo. En síntesis, el problema tiene una entidad sumamente relevante.

Según Vidal Naquet[v] una clase social se define a partir de un grupo de hombres que ocupan un lugar bien definido en la escala social y en las relaciones de producción y que tiene conciencia sobre intereses comunes a partir de un lenguaje común y una acción común. Según el autor ni si quiera en los episodios más dramáticos de la antigüedad los esclavos asumieron una conciencia de intereses comunes. Todos reivindicaban la libertad pero las demandas no trascendían ese valor y no hubo aspiraciones políticas. Por otro lado, el esclavo posibilitaba el “juego social” pero no por asegurar la totalidad del trabajo material si no porque debido a su carácter de anticiudadano  (extranjero absoluto) permitía la conformación de la categoría de ciudadano. Se desprende de lo anterior que si bien la esclavitud no implicaba unidad de conciencia sí podía generarla en el conjunto de los libres.

Siguiendo a Meillasoux[vi] los esclavos sí fueron una clase social no por la relación particular que tenían con sus amos (en el proceso productivo o cualquier otro que se elija) porque eso nos remite a una perspectiva de tipo individual. El concepto de clase es adecuado en la medida en que los esclavos formaban un grupo dentro de la sociedad bien constituido por la existencia de determinadas instituciones que organizaban a las personas como esclavas. El autor señala, principalmente, a la razia y el mercado de esclavos (que actuaban de forma articulada). Es decir, la búsqueda y la apropiación de esclavos y el tráfico comercial.

El antropólogo francés ha cuestionado con gran claridad la visión basada en el derecho según la cual el esclavo es meramente un objeto de propiedad enajenable y sometido a su propietario. La asimilación del ser humano al objeto, asevera, es una ficción ideológica. En la práctica los esclavos no eran utilizados como instrumentos. Se recurría a su razón aunque sea mínimamente y su productividad se acrecentaba en proporción al recurso a su inteligencia. Dentro del marco jurídico ideológico en que ha sido encerrada  la relación de esclavitud según este autor, se hace referencia estrictamente al vínculo individual entre el amo y el esclavo. De este modo, la definición jurídica disimula las relaciones sociales orgánicas. Se enmascara y neutraliza la relación de clase. Desde la visión jurídica, el esclavo, por ejemplo, puede ser considerado igual que un niño libre en la medida en que ambos carecen de responsabilidades y derechos legales. La limitación del enfoque aquí se podría apreciar claramente.

Tal como ha mostrado Richard Saller[vii], a partir de un análisis de la familia nuclear romana, existen dos modelos interpretativos divergentes que polemizan en torno a la imagen sobre la jerarquía de ambos sujetos (niños y esclavos) en la sociedad romana (particularmente en la casa familiar). El primer modelo sería el que equipara al niño y al esclavo sugiriendo que ambos ocupaban un status similar. El segundo, dice el autor, haciendo gala de un gran sentido común remarca las diferencias que existían en el trato en los vínculos entre el amo con el esclavo y el mismo amo pero en calidad de padre con sus hijos. Para legitimar esta postura Saller  sugiere que es necesario remitirse a las prácticas, a los rituales y a los símbolos.

De ese modo concluye que en la sociedad romana había individuos que tenían honor y estaban aquellos que no lo tenían. Desde el seno mismo de su infancia los individuos reconocían esta distinción a través de los usos lingüísticos, el comportamiento simbólico y la ideología social. No reconocer esta diferenciación y jerarquización de la sociedad es minimizar la degradación física y moral de la que eran víctimas los esclavos. El nivel de deshumanización era tan profundo que es preciso atender a esta cuestión antes de equiparar a los niños libres de los esclavos en el análisis histórico.

Retomando el esquema explicativo de Meillasoux, otra de las debilidades de los enfoques jurídicos es que al tomar la normativa como refeerencia asumen que el esclavo es aquello que la ley define, una mercancía pasible de ser comprada y vendida. Desde esa perspectiva la enajenabilidad seria otro atributo inherente y distintivo del esclavo. En este punto también es insuficiente la explicación. La enajenabilidad es significativa sólo dentro del contexto de las instituciones que permiten su realización: la guerra de captura y el mercado de esclavos que eran los mecanismos y las operaciones que permitían que una clase de individuos se hallara privada de personalidad social, transformada en ganado y vendida como mercancía para ser explotada.  La enajenación no es el atributo original y distintivo sino el efecto y la afirmación de las operaciones de despersonalización que sufre el esclavo por medio de la captura inicial. “La despersonalización y la alienación natal son los caracteres esenciales de esta relación social. El esclavo, sea cual fuere su condición, puede tener una compañera pero no esposa, una progenie pero no descendencia, un abuelo pero no antepasados. Las relaciones contraídas con sus congéneres, aun cuando tengan las apariencias del parentesco, están todas mediadas por el amo que sigue siendo, en el polo de sus relaciones sociales, el único vector que lo vincula a su propia “familia” y a los demás esclavos”.

Por todas estas razones, desde esta perspectiva, el esclavo sí debe ser considerado una clase social. No hay que perder de vista que el estudio de Meillasoux está fundado en investigaciones sobre sociedades africanas modernas a partir de las cuales construye su interpretación teórica pero el propio autor sugiere la posible validez de sus interpretaciones para el contexto de la antigüedad. Puede observarse que a pesar de las críticas a las explicaciones de corte más materialista que observan en el esclavo solamente una mercancía que es explotada como fuerza de trabajo, Meillasoux es tributario de los aporte teóricos del marxismo en la medida que reivindica el concepto de clase social.

El marxismo ha tenido una larga tradición en la investigación de las sociedades precapìtalistas. Si bien el objetivo central de esta corriente teórica desde la voluntad máxima de su inspirador ha sido la investigación del funcionamiento de la sociedad capitalista, el conocimiento de su naturaleza más profunda obliga a indagar en las etapas previas para reflexionar sobre su origen antes que sobre su desarrollo. El propio Marx[viii] afirma que uno de los requisitos previos del trabajo asalariado y una de las condiciones históricas del capital es el trabajo libre y el cambio de trabajo libre por dinero a fin de reproducir dinero y convertirlo en valores que puedan ser consumidos por dinero. Otro de los requisitos previos es la separación del trabajo libre respecto de las condiciones objetivas de su realización, de los medios y el material de trabajo. Estos elementos pasan a ser propiedad del capital. Por estas razones se convierte en imprescindible el estudio de las formaciones sociales del pasado.

Los modos de producción en los que se ha desarrollado una explotación del trabajo de forma coactiva en los que los individuos estaban sujetados a diversas formas de dominación directa y en los que estaba ausente la noción de igualdad jurídica son, para el marxismo, etapas anteriores que necesariamente debieron ser superadas para arribar al desarrollo pleno del modo capitalista. En las sociedades en las que se instala el dominio del capital debe estar presente el requisito de la libertad jurídica para la inversión y para la explotación del trabajo asalariado.

Uno de los investigadores marxistas que ha encarado con mayor compromiso la reflexión socio-histórica sobre la antigüedad como uno de los períodos precapitalistas esenciales es Perry Anderson[ix]. Para este autor, la esclavitud se desarrolló antes de la antigüedad clásica grecorromana en formas diferentes. Durante toda la antigüedad en el oriente próximo y en toda Asia existieron relaciones esclavistas pero siempre había sido una condición jurídicamente impura que con frecuencia tomaba la forma de servidumbre por deudas o de trabajo forzado entre otros tipos mixtos de servidumbre. La esclavitud nunca fue el tipo predominante de extracción de excedente sino un fenómeno residual que existía al margen de la principal mano de obra rural. Los imperios sumerio, babilonio, asirio y egipcio, por ejemplo, no habían sido economías esclavistas. Fue la sociedad ateniense, para Anderson, la primera en la historia en desarrollar un modo de producción esclavista en la que las relaciones entre amos y esclavos predominaban sobre las demás formas de explotación del trabajo.

Podemos concluir que Anderson integra la corriente que desarrolla una noción materialista o jurídica de la esclavitud en la medida que los esclavos son considerados en su explicación como una mercancía eminentemente móvil. El autor afirma que en un mundo en que los obstáculos en el transporte tenían una importancia capital para la estructura de toda la economía el atributo de la movilidad que portaban los esclavos los convertía en un bien muy preciado para sus propietarios.

Retomando la polémica sobre las concepciones esa afirmación puede ser discutida. Desde la óptica de un autor como Patterson[x] muy cercano a los planteos ya desarrollados de Meillasoux lo verdaderamente esencial de la esclavitud no sería su carácter de mercancía móvil propiedad de un amo que puede adquirir y enajenar en el mercado. Este autor nos recuerda que los propietarios tenían poder sobre muchas personas que no eran esclavos. Es decir el hecho de ser propiedad de sus amos no define la especificidad de la relación. Tampoco es suficiente afirmar que los esclavos son sujetos sometidos a compra-venta en el mercado. No define esto la esencia de la relación esclavista. El punto central que define la especificidad del esclavismo es que el amo tenía un poder total sobre el esclavo mientras que con el resto de las personas el poder del propietario era relativo. El poder se ejercía a través de procesos simbólicos.

Patteron reafirma que la esclavización implicaba la alienación natal e, incorpora el autor, el concepto de “muerte social” del individuo. La esclavización, de acuerdo a esta perspectiva se produciría en dos fases: la primera está constituida por la negación social y la segunda por la introducción del esclavo en la comunidad del amo pero como alguien que no es. Existían, también, dos modos de incorporación del esclavo a la comunidad y de generación del proceso de muerte social. El modo intrusivo cuando el esclavo era incorporado por conquistas. En este caso se lo asimilaba al enemigo motivo por el cual el esclavo era un intruso en el espacio sagrado. Por otra parte, el modo extrusivo que se basaba en la esclavización de aquellos que desde el interior de la comunidad eran esclavizados debido a la violación de ciertas normas de comportamiento.

La riqueza de estas discusiones y estos desarrollos teóricos es amplia y promete extenderse a través de sucesivas investigaciones. A partir de aquí posaremos nuestra atención en los procesos históricos concretos de la antigüedad para echar luz sobre el terreno documental a partir del cual han confrontado los distintos abordajes.

La esclavitud en Atenas. Debate sobre la caracterización de la sociedad. Extensión de la esclavitud. Funciones de los esclavos.

Según Anderson, como afirmábamos antes, las ciudades estado griegas fueron las primeras en hacer de la esclavitud algo absoluto en una forma y dominante en su extensión transformándola de puro instrumento secundario en un sistemático modo de producción. Discutiremos esta idea en el apartado siguiente pero adelantemos que al autor británico no se le escapaba el hecho de que Atenas (ciudad priorizada en el análisis dentro del mundo griego) contaba con una importantísima presencia de aldeanos libres que participaban de la producción. El dilema que dicha observación origina para alguien que pretende definir la existencia de un modo de producción esclavista, era resuelto del siguiente modo: “cada formación social concreta es siempre una específica combinación de diferentes modos de producción  y las de la antigüedad no fueron la excepción. El modo de producción dominante en la Grecia clásica que rigió la articulación compleja de cada economía local e imprimió su sello a toda la civilización de la ciudad estado fue el de la esclavitud”. Por otra parte, el recurso al argumento cuantitativo le permitía a Anderson cerrar su hipótesis. Las estimaciones más dignas de crédito varían enormemente pero una reciente valoración es que la proporción de esclavos/ciudadanos libres en la Atenas de Pericles era aproximadamente de 3:2.

No sólo la cuestión de la cantidad es enfatizada por Anderson. El autor también remarca que en la Grecia clásica los esclavos fueron utilizados por primera vez en la artesanía, la industria y la agricultura en una escala superior a la doméstica. Por otra parte, la naturaleza de la esclavitud se hizo absoluta ya que pasó de ser una forma relativa de servidumbre entre muchas otras a ser una condición extrema de pérdida completa de libertad que se yuxtapuso a una libertad nueva y sin trabas. La libertad y la esclavitud atenienses pasaron a ser indivisibles: cada una de ellas fue la condición estructural de la otra en un sistema diádico.

Por supuesto que la emergencia de la democracia y la participación activa de los ciudadanos en la pólis son factores que necesariamente nos remiten al problema de la libertad pero el debat está abierto en la medida en que han aparecido importantes estudios que dan cuenta de los alcances más profundos que tiene la existencia de sujetos libres en la comunidad y que, de cierta manera, alumbran condiciones que ponen en jaque la noción de una estructura diádica que propone Anderson. La singularidad de la pólis ateniense no reside en el contrapunto entre libres y esclavos. En Atenas hubo una comunidad de labradores libres e independientes que realizaban el grueso de la producción y que fueron sujetos activos en la vida democrática ateniense convirtiéndose en la contraparte de una aristocracia  poderosa que no concedía fácilmente privilegios. Se abre la discusión sobre la caracterización de la sociedad ateniense como una sociedad esclavista porque los polos opuestos de la sociedad no serían tanto los amos y los esclavos sino la aristocracia y el campesinado independiente.

Siguiendo a un autor central en la caracterización y conceptualización sobre el campesinado como sujeto social, Shanin, tomado por Meiksins Wood[xi] en su trabajo ya citado, hay que remarcar que en el marco de la comunidad aldeana el campesino llega a un nivel cercano a la autosuficiencia social. La apropiación y división de la tierra, el matrimonio, las necesidades sociales y religiosas generalmente son atendidas al nivel de la aldea. Ahora bien los pequeños productores, reconoce Shanin, se organizan a partir de innumerables segmentos aldeanos dominados y explotados por jerarquías políticas externas.

La autora sostiene que existe una diferencia crucial entre la aldea campesina modelizada por Shanin y la que realmente existió en la región ática. Precisamente es en relación al último de los puntos señalados donde la autora encuentra la distinción fundamental. En la pólis democrática de Atenas se agotaba la relación dicotómica y jerárquica entre estado y aldea. La comunidad aldeana fue una unidad constituyente básica de la polis. En consecuencia la imagen de la comuna dominada y explotada por jerarquías políticas externas que describe Shanin no se corresponde con la experiencia histórica ateniense.

En sus relaciones con los campesinos libres, el terrateniente ateniense no tenía una dominación sobre sus conciudadanos basada en la posesión exclusiva del estado y su sistema tributario ni en una privilegiada condición jurídica si no en la posesión de más y mejores propiedades. La sociedad ateniense estaba organizada a partir de una producción agrícola dominada por los pequeños poseedores cuya disponibilidad para el servicio personal de los ricos y el servicio público al estado estaba limitada salvo como ciudadanos y soldados.

Por otra parte se trataba de una sociedad en la que la independencia y la autosuficiencia eran valores muy arraigados. Estos elementos son muy importantes para pensar cuál era el lugar que podía estar reservado para la esclavitud. Los esclavos, afirma la autora, fueron reservados para el servicio doméstico, las ocupaciones más degradadas y serviles como la minería y las posiciones administrativas. El trabajo esclavo se insertó en los intersticios del régimen campesino pero no constituyó la base material agraria de la sociedad.

Si retomamos la visión de Gallego sobre el período arcaico, la concepción de la conformación de la polis está basada en una configuración agraria a partir del  desarrollo de las comunas aldeanas, la ciudad se estructuraría como una sociedad campesina. Se admite, por supuesto la existencia de importantes diferencias sociales en su interior pero el soporte de la polis y el desarrollo de la democracia, desde esta perspectiva, estuvieron basados en el campesinado. La abolición de las deudas (seisákhtheia) o remoción de las cargas efectuada por Solón[xii] terminaría con la stasis entre campesinos empobrecidos sometidos a servidumbre y la aristocracia terrateniente y el lugar que quedaría vacante para la esclavitud, desde esta perspectiva, estaría dado por aquellas funciones que le asignarían los distintos ciudadanos que emergieron de estas reformas pero con seguridad el esclavismo no sería el motor central del sostenimiento material de la polis.

Cabe aclarar en relación a la situación de los ciudadanos libres de Atenas (aunque  se escape de los intereses centrales de este trabajo) que la reconstrucción hecha por Gallego no implica la emergencia de una sociedad absolutamente igualitaria, la centralidad asignada al conjunto de los labradores independientes a partir de las posibilidades concretas de controlar resortes activos del poder en la polis no impide que se observe, también, la persistencia de fuertes instancias de dominación que conservaba la aristocracia ateniense a través de diversas modalidades de prácticas clientelísticas o de patronato.

Podemos apreciar con lo brevemente expuesto hasta aquí que existe un debate importante en relación a la caracterización de Atenas. A partir del mismo cuerpo documental los autores han arribado a conclusiones diversas sobre el trabajo agrícola. La postura de Jameson que veremos más adelante enfatiza el uso de esclavos en agricultura estaba  difundido en al Ática y Ste Croix, desde una perspectiva marxista, también. De otra parte Meiksins Wood y autores como Gallego cuyas ideas profundizaremos en un apartado posterior, expresarían el punto de vista opuesto según el cual debe relativizarse la importancia del trabajo esclavo en la producción agraria de la Grecia clásica[xiii].

Finley[xiv] afirma que los esclavos en Atenas, a pesar de las discusiones, constituían un sector crucial de la mano de obra. Inclusive, sostiene que había más atenienses que sudistas norteamericanos que poseyeran esclavos aunque por supuesto dentro de una estructura muy distinta que no contaba ni con plantaciones ni con latifundios a la manera de los Estados Unidos o de su más coetánea Roma. El autor distingue cuatro grandes atributos característicos de la esclavitud ateniense:

a-      Los esclavos estaban presentes en todas las actividades existentes con excepción de las políticas y las militares aunque sí en la policía y la administración (funciones cercanas a las mencionadas).

b-      Los esclavos eran extranjeros en sentido doble por no ser atenienses y por no ser griegos aunque la ley autorizaba la esclavización de un griego no ateniense jamás permitió la esclavización de un sujeto nacido en Atenas.

c-      Los propietarios tenían el derecho casi sin restricciones de liberar a sus esclavos.

d-     La diferencia entre los libres y los no libres no era meramente política (por supuesto que el esclavo no podía ejercer cargos políticos), el no ciudadano no podía poseer bienes inmobiliarios, ni casarse con una ciudadana. Los hijos de un no ciudadano eran bastardos y estaban, también, excluidos del cuerpo de ciudadanos.

Para este autor, los elementos que obligan a ser cautelosos respecto a la esclavitud en Grecia no residen tanto en el peso relativo del número de esclavos y su participación real en la producción en comparación con otros sectores sino en la propia diacronía de la historia griega. La denominada Grecia antigua abarca una prolongada porción de tiempo histórico que presenta sus propias variaciones y que impiden (a pesar de que muchas veces se hace) considerarla como una unidad homogénea en sus valoraciones, estructuras, comportamientos, etc. El término doulos habitualmente traducido como esclavo tuvo diversas acepciones en los distintos períodos de la Grecia antigua Al mismo tiempo para designar a un esclavo podemos encontrar una terminología muy heterogénea. Finley lo remarca con gran lucidez: “la lista de las palabras que significan esclavo incluye una docena de raíces diferentes”.[xv] Es una verdad bastante expandida, que ya la observamos con Anderson: la presencia de esclavos no implica la existencia de una sociedad esclavista. Para Finley como para el resto de los autores que avalan la visión de una Atenas esclavista, el tránsito de una situación a la otra se habría producido en el siglo VI a.n.e. cuando se redactaron las reformas solonianas que originaron la condición necesaria de la demanda de una mano de obra insatisfecha por los recursos de fuerza de trabajo que estaban a disposición[xvi] cuestión que ya desarrollamos en el apartado inicial.

Según Jameson, la posesión de esclavos estaba bastante extendida y no era antieconómica (la idea de la esclavitud como una institución económicamente irracional ha sido sugerida desde variadas ópicas y loo desarrollaremos en el apéndice). En la época clásica habría existido esclavitud al mismo tiempo que se alcanzaban altos grados o niveles de libertad individual. Para este autor el hecho central a ser estudiado es la función que cumplía la esclavitud en una sociedad dada antes que estimar la cantidad de esclavos que había y su relación proporcional con los hombres libres. De todas maneras, en relación al número Jameson no tiene dudas, adhiere a la propuesta de Ste. Ccroix: un ateniense debía ser muy pobre para no tener un esclavo. Si bien no podemos establecer con exactitud cuan bajo había que descender en la escala social para no poseer un esclavo lo cierto es que en la mayoría de los hogares atenienses había uno o más esclavos.

Aquéllos que afirman que hubo un gran número de esclavos en la ciudad y que tuvieron gran importancia en la economía urbana suelen relacionar la esclavitud con el hecho de que Atenas era un centro comercial e industrial. Esto es claro para Jameson en dos de los casos más conocidos de esclavo:

Slaves with no particular skills (sin una habilidad específica) usados en largos grupos en minas de plata.

Skilled or experiences slaves (esclavos experimentados) que trabajaban junto a sus amos en los centros minoristas, algunos podían llegar a recibir un salario y, eventualmente, comprar su libertad.

Los esclavos domésticos son un problema aparte, han sido descriptos como consumidores antes que como productores. Pertenecían a los ciudadanos o a los metecos y, en virtud del gran número de ciudadanos y metecos que había podemos presumir que el número de esclavos domésticos fue bastante grande. El término más común para definirlos era el de oiketés que es un vocablo que no se limita a las funciones domésticas pero no había un solo término para definir a los esclavos domésticos (therapón, diakonos, akolouthos) motivo por el cual uno podría dudar sobre si los denominados esclavos domésticos solamente realizaban servicios personales ya que la variedad en la terminología tiene que corresponderse con alguna variedad en la realidad definida. Robin Osborne[xvii]agrega que el trabajo doméstico libre era muy poco importante en comparación con el trabajo esclavo doméstico. La evidencia literaria demuestra que existe una gran variedad de términos para describir al personal esclavo (therapon, therapaina y oiketes) pero ningún término para referirse a una persona libre.

Ahora bien, como señala Jameson, en la medida en que la Grecia clásica fue una sociedad basada en la agricultura resulta, tal vez, más importante que observar la situación en las minas, los comercios y los hogares, analizar lo que sucedía en la labranza. La importancia que se le asigne al papel de los esclavos n este sector reabre con fuerza el debate sobre el carácter de la sociedad ateniense. Ya señalamos que el ciudadano ateniense tenía como ideal la autosuficiencia. Este concepto abstracto podemos traducirlo en cuestiones bien concretas: tener propiedad de tierras, sostener a su familia, obtener la dote por la entrega de sus hijas, ligar a sus hijos a la propiedad de la tierra y tener la libertad que le permitiera comprometerse con sus funciones sociales: rituales, políticas y militares[xviii]. También planteamos, con Meiksins Wood que ese ideal es el que habrái acotado el lugar del esclavo en al producción. Según Jameson, en la práctica, la mayoría de los atenienses podían aproximarse a este ideal salvo durante la etapa disruptiva originada por la guerra del Peloponeso. En esa época, los más pobres tuvieron que dedicar más tiempo a sus tierras con sus familias y tuvieron menos libertad para sus funciones sociales y los más ricos encontraron a otros que hicieran el trabajo rural.

No obstante, al menos en las condiciones de la época clásica, habría sido esencial la adición de ayuda esclava a los productores. El autor discute con quienes sostienen que los esclavos eran insignificantes en la agricultura ateniense y que era ineficiente el uso de esclavos en el cultivo de cereales. Sostiene que, por el contrario, en las condiciones de la época clásica la adición de trabajo esclavo era esencial para todos los productores excepto para los más ricos y los más pobres. De esta forma se ampliaba la capacidad productiva de una familia y un productor podía convertirse en un ciudadano pleno.

Por su parte Robin Osborne[xix] reconoce que el área o sector de la economía en el que más se debate sobre la extensión del trabajo esclavo es en la agricultura y para zanjar la discusión sugiere una interesante hipótesis. Parte de la base de que la evidencia literaria es absolutamente insuficiente para sacar conclusiones en este punto y que se impone la búsqueda de fuentes alternativas. El autor toma como referencia las dimensiones de la superficie cultivable de la región ática y propone que entre un cuarto y un tercio de la tierra agrícola estaba en manos de las 2000 familias más ricas o a lo sumo 3000 ciudadanos.

Esto significa que 15000 ha de campos de cereales se cultivaban cada año mientras que 35000 ha eran cultivadas por los restantes 25000 ciudadanos .Por otra parte señala la existencia de dos grandes momentos de crisis laboral en el año en la faena agrícola (“poughing and sowing y harvesting”). La demanda de trabajo es muy alta en estas instancias. Aun así, los estudios realizados sobre la cantidad de trabajo necesario para las actividades realizadas en función de la superficie cultivada sugerirían que no se precisaban más que algunos trabajadores esclavos y que el resto de la faena podía realizarse con el aporte de los miembros de la familia  campesina. El contrapunto con Jameson es evidente.

Se puede observar, como conclusión, que la visión de Anderson[xx] según la cual “los esclavos aseguraban el servicio doméstico, el trabajo del campo y el trabajo artesano”, está hoy bastante discutida. Las investigaciones fueron mostrando lo relativo de sus planteos. Por supuesto que al cuestionarse la opinión sobre e lugar de los esclavos se pone en jaque la afirmación subsidiaria  (“la polis clásica estaba basada en el nuevo descubrimiento conceptual de la libertad posibilitado por la institución sistemática de la esclavitud: frente a los trabajadores esclavos, el ciudadano libre aparecía ahora en todo su esplendor”). No está claro que la democracia ateniense haya estado montada sobre la institución de la esclavitud.

La esclavitud en Roma. Las razones del recurso de la mano de obra esclava. El debate sobre la caracterización de la sociedad. Las variantes en los tipos de fuerza de trabajo empleadas.

El caso romano es más relevante y significativo en cuanto al papel del esclavismo en la estructura económica y social. La visión de Hopkins[xxi] emblemática de la caracterización de Roma como una sociedad esclavista se basaba en la comprensión de la transformación “de una economía de subsistencia que producía sólo un pequeño excedente en una economía de mercado que producía y consumía un gran excedente”. Según el autor este proceso tuvo lugar a partir del incremento de la productividad del trabajo agrícola en los grandes establecimientos. Para eso fueron expulsados los pequeños colonos de sus parcelas que los más ricos reorganizarían transformándolas en unidades agrícolas más grandes y más rentables incrementando el retorno de sus inversiones en tierra y en esclavos.

Si aceptamos la periodización tradicional de la historia romana en las grandes etapas de la monarquía, la república, el principado y la era imperial con su respectiva subperiodización en el alto y e bajo imperio hay que decir, con Hopkins, que fue en el período de expansión imperial cuando se produjo el crecimiento masivo de la esclavitud. En esta etapa fueron siete los aspectos importantes que tuvieron incidencia en el crecimiento de la esclavitud: la guerra continua, la afluencia de botín, su inversión en tierras, la formación de vastas propiedades agrícolas, el empobrecimiento de los campesinos, la emigración de los campesinos a las ciudades y a las provincias, el crecimiento de los mercados urbanos[xxii]. Todos estos elementos se retroalimentaban generando un sistema muy bien articulado. El esquema cerrado que plantea el autor sostiene que la explotación de esclavos permitió a la elite romana expandir su riqueza en un nivel consonante con el control político que ejercía en la cuenca del Mediterráneo sin necesidad de tener que explotar abiertamente a la masa de ciudadanos libres salvo en su papel de soldados.

Las razones por las cuales los ricos romanos optaron por el trabajo esclavo reside, según el autor, en factores de orden económico y de conveniencia estratégica: los esclavos estaban exentos del riesgo de ser llamados al servicio militar por varios años, estaban a total disposición de sus amos y se les podía forzar a trabajar muchas horas por día. La esclavitud permitía a los amos vender la tierra con una adecuada cantidad de mano de obra anexa. Por otra parte, los esclavos podían ser organizados en cuadrillas permanentes de trabajo equivalentes a varias familias. Los esclavos fueron el combustible de una revolución agraria, un medio de organización del trabajo en una economía sin mercado de trabajo.  La conceptualización teórica en este esquema explicativo es bastante simple. Se trata de una sociedad esclavista porque los esclavos desempeñan un papel importante en la producción y constituyen una gran proporción de la población.

Puede argumentarse que Hopkins realiza un análisis cargado de anacronismos economicistas. Sostiene, por ejemplo, que el elevado costo del capital de los esclavos llevó a la creación de unidades lo suficientemente grandes como para darles trabajo durante todo el año. Los fundos grandes, especialmente los que se dedicaban  predominantemente a la ganadería, el olivo y la viticultura, podían ser explotados con una economía de gran escala. Los propietarios podían pagar elevados precios por los esclavos debido a la elevada productividad a que se les podía forzar[xxiii]. Abundan en el desarrollo de su trabajo la introducción de términos conceptuales diseñados para el análisis de las economías modernas de mercado.

Finley[xxiv] discrepa con esta visión a partir de la observación de otras debilidades más vinculadas al poder explicativo de los procesos concretos de la historia romana que a las cuestiones estrictamente metodológicas en el empleo de las categorías de análisis. La opción por la esclavitud no vino dada, para este autor, por la tremenda expansión de las conquistas sino por un haz de condiciones que incluyen a una demanda de esclavos que es previa al proceso expansivo de Roma. Las conquistas explican el carácter específico que asumió la esclavitud en Roma pero no la aparición de la misma. Las condiciones habrían sido la existencia de un mundo dominantemente agrícola con gran concentración de la propiedad, la presencia de una fuerte actividad mercantil y, por último, la falta de mano de obra interna que obligó a los patronos a pensar en el exterior para el suministro[xxv]. El contrapunto más importante es que aquí se observa una demanda de mano de obra anterior al arribo de los contingentes de esclavos.

Sin embargo también en la experiencia romana se ha abierto el debate y la polémica sobre su caracterización en torno al problema de la esclavitud. En otras palabras a pesar de la presencia incuestionable de una enorme cantidad de esclavos en la producción, hay autores que revisan la pertinencia del concepto de régimen esclavista para entender la historia de la sociedad que extendió su dominio sobre toda la cuenca del Mediterráneo. Carlos García Macgaw[xxvi], acepta la existencia del funcionamiento de la denominada villa esclavista, inclusive, a partir de la imagen tradicional que se rescató de las fuentes de los agrónomos latinos[xxvii] (unidad central en el proceso productivo romano entre los siglos II a C a II d C. que contaba con una pars rústica ligada al ámbito del trabajo en la cual la villa produce y una pars urbana ligada a los aposentos del dominus y su familia directa con sus esclavos domésticos) pero destaca que en las mismas habría una producción heterogénea y diversificada tanto en su producto como en los tipos de fuerza de trabajo utilizados.

A través de las cartas de Plinio, se aprecia la existencia de una doble estructura productiva. Una parte de la tierra organizada sobre la explotación del trabajo directo controlado por el amo a través de un contramaestre esclavo y una parte (coexistiendo) organizada en función del trabajo libre. El trabajo libre y el trabajo esclavo se articulaban de diversas maneras. Plinio no precisa en sus epístolas, cuánto de lo que produce en sus fincas proviene del trabajo esclavo, cuanto de lo que cosecha proviene del trabajo de los colonos y cuánto proviene, inclusive, de lo que los colonos producen explotando a esclavos. Lo importante es que hay una fuente escrita muy contundente que en pleno período imperial hace alusión a la convivencia de trabajo esclavo y trabajo libre. El esquema es más complejo que lo que proponían los autores más emblemáticos. De todas maneras un autor como Finley, miembro central de los historiadores renombrados que han argumentado a favor de la imagen de una sociedad esclavista, nunca negó que hayan coexistido el trabajo libre y el trabajo esclavo[xxviii].

Tal vez el aspecto más profundo que haya que tener en cuenta es que el propio “modelo” de la plantación esclavista se organizó en la comunidad de historiadores a partir de la imagen que ofrecía el sistema de plantación americana del Caribe, Brasil y el sur de los Estados Unidos (sociedades con presencia fuerte de esclavos que fueron mencionadas ya en un apartado anterior). Es decir, el carácter de la sociedad del siglo XIX (su organización económica, su estructura jurídica, etc.) fueron factores que de algún modo estuvieron presentes cuando los historiadores intentaron hacer la reconstrucción del pasado romano desde diversas corrientes historiográficas y marcos teóricos[xxix].

Más allá de la polémica sobre la caracterización del régimen económico, sí existe un consenso importante en la aceptación de la presencia de variantes de fuerza de trabajo dependiente en etapas previas al período imperial y de la república tardía tal como observamos en la historia griega. Aquí hay que señalar la presencia de los nexi, siervos por deudas que conservaban su condición de ciudadanos romanos y seguían viviendo en Roma. La diferencia con los esclavos también residía en que no eran vendidos en tierras extrañas al otro lado del Tíber. La esclavización de un ciudadano romano, si se producía, tenía que ser realizada fuera del territorio romano (trans Tiberium peregre: en tierras extrañas al otro lado del Tíber).

La relación de dependencia más generalizada en la tradición romana más antigua, épocas de la monarquía y la república, era el patrocinio (forma que estuvo presente en otras formaciones sociales de la antigüedad). Era una relación basada en la desigualdad de riqueza y estatus entre individuos. Se trataba de un vínculo de carácter instrumental y hereditario que consistía en el mutuo intercambio de favores, beneficios y servicios. Los patronos eran poderosos, concedían protección. Los clientes correspondían con deferencia, respeto, lealtad, apoyo y sobre todo, servicios y regalos a sus patrones. Esta institución fue central en el proceso productivo. Se acepta que en el período arcaico fue la relación social primordial.

De cualquier manera lo que no puede negarse es que la esclavitud en Roma adquirió una generalización más que importante a tal punto que su desarrollo y evolución permitió la complejización y la diversificación. Existió una altísima heterogeneidad en la condición esclava que permite hablar también de una jerarquización interna muy grande. Había esclavos en las minas, esclavos funcionarios del imperio, cuerdas de presos esclavos, supervisores y administradores (villicus), esclavos urbanos que emprendieron negocios y establecimientos manufactureros gracias al peculium (práctica que autorizaba a los esclavos a realizar actividades comerciales enriqueciendo a sus amos a través de la misma).

Palabras finales

El análisis del funcionamiento económico en la antigüedad es un escenario muy proclive para la polémica académica. Como señala Annequin[xxx], la antigüedad greco-romana aparece casi como un laboratorio histórico útil para la reflexión sobre el funcionamiento de la producción, la circulación, la esclavitud, la dominancia de la economía rural, la relación entre la ciudad y el campo. Se trata de una de las experiencias histórico-sociales más antiguas en las que los teóricos pueden analizar estos fenómenos.

Más allá de la discutible pertinencia del enfoque marxista que sustenta la existencia de un modo de producción esclavista para el análisis de la antigüedad greco-romana, una conclusión que sí conserva validez explicativa es que en las sociedades precapitalistas una parte muy importante de la fuerza de trabajo necesaria para la producción debía obtenerse mediante mecanismos extra-económicos.

El esclavo es la manifestación más radical delas formas de trabajo obtenidas por ese tipo de mecanismos. Su incorporación al proceso productivo fue revolucionaria porque profundizaba la alienación del trabajador de sus medios de producción y del producto de su trabajo (condición que ya estaba presente en otras formas de trabajo dependiente) pero incorporaba, además, el ingreso del trabajo como parte del proceso de circulación de mercancías. También fue dramáticamente novedosa por los niveles de deshumanización (“alienación natal” y “muerte social”) a los que fueron sometidos muchísimos seres humanos.

En este trabajo hemos intentado mostrar la actualidad de nutridos y enriquecedores debates y discusiones sobre distintos aspectos que se vinculan con el problema de la esclavitud y el esclavismo tanto desde una dimensión estrictamente teórica como en su manifestación singular y concreta en el seno de determinadas sociedades.

La historia de Atenas, en particular, resultó un terreno fértil para explorar la validez de ciertas categorías de análisis (el concepto de clase y régimen o modo de producción esclavista) así como para repreguntarse importantes problemas teóricos (el surgimiento de las primeras formaciones estatales y la relación entre la organización política y el entramado económico y social).

Espero haber reflejado el panorama de las discusiones existentes en el seno de la comunidad de investigadores en torno a estas problemáticas. Acompaña la conclusión un breve apéndice sobre una temática sumamente estimulante para el análisis y que es subsidiaria (aunque con un grado de autonomía importante) de las cuestiones abordadas hasta aquí.


[i] FINLEY, M. (1984: 108-109, 131))

 

[ii] Ibid.

[iii] STE. CROIX de G. E. M. (1981:249-250)

[iv]El autor es uno de los referentes centrales de las posturas que avalan la existencia de un modo esclavista de producción. Sin embargo la caracterización que hace del campesinado griego y la clasificación propuesta puede resultar complementaria de las visiones que han matizado para el caso griego la postura tradicional de una sociedad esclavista dividida en amos propietarios y esclavos campesinos. Ibidem pp.

[v] Id. (1977: 189)

[vi] MEILLASOUX, C. (1990)

[vii] SALLER, R. (1996).

[viii] MARX, K. (1857)

[ix] ANDERSON, P. (1974)

[x] Ibid.

[xi] Ibidem: 298, 299, 313

[xii] La liberación de cargas se hacía sobre las tierras no sobre las personas. La tierra era la que estaba eclavizada y la que era liberada con la remoción de cargas a partir del levantamiento de los mojones que estaban hincados en la tierra. Los campesinos endeudados  moradores de  la tierra se esclavizaban por ser apéndices de la misma. Si se liberaba la esclavitud de la tierra, se liberaban también sus apéndices, los campesinos que pasarían a ser labriegos libres, probablemente engrosando las filas del censo más precario que era el de los thetes.

[xiii] Para una presentación clara de las distintas posturas es pertinente el estudio de CARLSEN, J. (1995).  Si bien este autor  se ocupa de evaluar el comportamiento de los administradores de las fincas áticas realiza un recorrido general por las posiciones más importantes en relación a la problemática de la esclavitud y la polémica sobre su extensión y el carácter de la sociedad en relación a la misma.

[xiv] Ibid. p. 134.

[xv] El autor afirma que los griegos disponían de un arsenal conceptual propio para definir a diversos grupos de la sociedad pero no desarrollaron un análisis del comportamiento social más que incipiente. No estaban dadas las condiciones, podemos pensar nosotros participando de las ideas de alguna corriente de la historia de la ciencia, para el surgimiento de una sociología científica. Cuando los griegos precisaban hacer una diferenciación se conformaban con transmitir normas locales sobre procedimientos, propiedad, matrimonio o lo necesario para una categoría social específica. Ibid. pp. 148-9. Ver supra nota 6 para otros aspectos de las diferencias entre el pensamiento antiguo y moderno.

[xvii] OSBORNE, R. (1995)

[xviii] Esta imagen,  asegura el autor, la construye a partir de los valores presentes en las obras de Eurípides, Aristóteles y Jenofonte.

[xix] Ibidem

[xx] Ibidem pp. 31-32-33

[xxi] HOPKINS, K. (1981).

[xxiii] Ibidem p. 139.

[xxiv] Ibidem p. 107.

[xxv] Estas condiciones estuvieron presentes, según Finley, en Roma en el siglo III a. C. y en Atenas en el siglo VI a. C. Véase supra, nota 6 y 44.

[xxvi] GARCÍA, C. (2006:40) afirma “es imposible determinar el porcentaje de la producción esclava sobre la libre en un mismo dominio. En los casos mejor documentados, como el de las propiedades de Plinio, no sólo no podemos conocer los porcentajes, sino tampoco siquiera el número de esclavos por cantidad de colonos presentes en sus tierras. No podemos saber cuántos de los esclavos que aparecen son “instrumentos”, verdaderos trabajadores rurales, y cuántos de ellos supervisores. Sobre el volumen de trabajo libre, tampoco podemos conocer qué porcentaje a su vez se obtiene de la explotación del trabajo esclavo por parte de los mismos colonos.. todo ello sin realizar la necesaria cuenta de la diferente productividad de ambos tipos de trabajo…El excedente apropiado supone una multiplicidad de sistemas, entre los cuales ninguno alcanza para definir al conjunto. Es por eso que la dominancia relativa de cualquiera de ellos, sea el esclavismo, el colonato, etc., no es suficiente para definir al conjunto de la relación social.”

[xxviii] Ibidem p. 98.

[xxx] ANNEQUIN, J. (1985:  203)

Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. Nº 5. Marzo 2010-Febrero 2011

Esclavitud, esclavismo y desarrollo técnico. III

15 February 2011 | Biblioteca,Historia,Jóvenes Investigadores | Tags: Antigüedad, Esclavitud

Apéndice

Nicolas Kogan

  • Aproximaciones al marco teórico sobre las cuestiones de ciencia, técnica y sociedad.  Relación entre esclavitud y desarrollo técnico.

 

“Las fuerzas materiales y espirituales aparecen estrechamente entretejidas en cualquier sociedad.”

Robert Forbes[i]

Foto Carolina Crisorio

Hay diversos abordajes al problema de la relación entre producción, desarrollo de las técnicas y esclavitud en la antigüedad. A través del amplio repertorio de trabajos realizados al respecto, se puede encontrar un contrapunto importante que ha cobrado fuerza en los últimos años entre dos interpretaciones o visiones opuestas del problema. Me refiero al debate sobre si existió o no un bloqueo en el desarrollo de las técnicas aplicadas a la producción en la época antigua y, si existió, si fue debido a la presencia extendida de relaciones esclavistas o bien a razones de orden cultural e ideológico.

Según Moses Finley[ii], el extendido uso de esclavos en la agricultura y la manufactura restringió fuertemente la esfera del trabajo libre y bloqueó la expansión del mercado (especialmente el de los productos consumidos en masa). También entorpeció e impidió efectivamente la racionalización creciente de la producción. Debido a que el mercado de esclavos generaba incertidumbre por el costo fluctuante de los mismos, el propietario tenía que tener la libertad de disponer de sus esclavos en el acto y explotarlos de una manera particular. En la antigüedad no existió una amplia división del trabajo ni tampoco una fuerte racionalización. El propietario estaba mucho más cerca de ser un rentista que un empresario. Todas estas características explican, en parte, porque si bien “no hubo ningún estancamiento de la técnica…tampoco se dio ninguna conjunción importante de invenciones que potenciara la economía antigua hacia fuerzas cualitativamente nuevas de producción”[iii].

Retomando una cuestión ya desarrollada en el acápite sobre las cuestiones teóricas e historiográficas en el abordaje del problema del esclavismo, podemos recordar con Zelin[iv] que la estructura de las sociedades precapitalistas estaba en gran medida basada sobre la dominación directa. La condición de existencia de una estructura tal, generaba para Zelin, la debilidad relativa del desarrollo de las fuerzas productivas. En una economía preindustrial la dominación se ejercía necesariamente a través de diversas modalidades de coerción extraeconómica y la relación esclavista es paradigmática en este sentido.

El basamento teórico de esta hipótesis está enmarcada en el cuerpo teórico que el marxismo ha desarrollado para el estudio de la historia de la ciencia y de las técnicas. John Bernal[v] es, probablemente, uno de los máximos impulsores de este enfoque en esta rama de los estudios históricos y sus explicaciones (que probablemente pequen de reduccionistas) están basadas en un planteo muy conciso y articulado. El autorafirma que la forma de la sociedad depende, en último extremo, de las relaciones establecidas entre los hombres en la producción y la distribución de los bienes producidos (relaciones en las que casi siempre tiene indebida ventaja el rico sobre el pobre y, algunas veces, coacción directa, como en el régimen de esclavitud). Estas relaciones de producción dependientes de los medios de producción son las que plantean la necesidad de transformar dichos medios y, de este modo, se impulsa la ciencia. Cuando las relaciones de producción están cambiando con rapidez, como ocurre cuando una nueva clase social se está colocando en posición dominante, existe un incentivo esencial para la realización de adelantos en la producción que acrecienten la riqueza y el poder de esa clase y la ciencia tiene gran demanda. Una vez que dicha clase se ha establecido y fortalecido suficientemente para impedir el crecimiento de un nuevo rival, el interés se dirige al mantenimiento de las cosas tal como están. Las técnicas se hacen tradicionales y la estimación por la ciencia disminuye.

Se sobreentiende que la aplicación de este esquema para la antigüedad implica concebir a los terratenientes tanto griegos como romanos como una clase dominante firmemente establecida y asentada sobre la base de la explotación del trabajo esclavo. El nivel de poder alcanzado habría convertido en innecesaria la búsqueda de mejoras técnicas para alcanzar mayores niveles de desarrollo en la producción.

El enfoque marxista de problema no monopoliza la conclusión sobre el estancamiento de las técnicas. Se han desarrollado posturas que afirman la misma idea pero a partir de razones de tipo ideológico o cultural antes que a factores vinculados a las relaciones sociales de producción. Vernant[vi] afirma que las razones por las cuales se trabó en gran medida el desarrollo técnico en la Grecia antigua pueden estar vinculadas a la estructura del pensamiento filosófico de los más grandes pensadores. Platón, por ejemplo, sostiene Vernant, tiene gran parte de la responsabilidad histórica por la difusión del menosprecio al trabajo manual y a toda actividad vinculada con la materialidad. A su influjo se debió en gran parte la formación y propagación de la inhibición intelectual en contra del trabajo y de toda operación o profesión, aun intelectual o científica, vinculada con la materialidad de la vida práctica. Aristóteles, tiene también una responsabilidad en la difusión posterior del desprecio por el trabajo manual ya que lo considera como algo servil propio de esclavos y animales en tanto sea actividad de pura ejecución, carente de luz intelectual.

Este deprecio por el trabajo y la técnica habría determinado, luego, un divorcio entre actividad intelectual y manual que resultaría perjudicial para la cultura antigua. El autor encuentra como ejemplos paradigmáticos de esta aseveración a las situaciones de la medicina, la matemática y la física. Esta última habría entrado en decadencia cuando empezó a menospreciar la creación de instrumentos con los que Arquímedes demostraba su genialidad inventiva. También decayó la matemática cuando renegó de toda vinculación con la mecánica. Finalmente cuando la medicina se separó de la cirugía, abandonándola a barberos, masajistas y prácticos incultos la medicina habría perdido el conocimiento de la anatomía y decayó. En síntesis, el divorcio entre ciencia y técnica marcaría la decadencia de la ciencia antigua.

Una confirmación de esa hipótesis, precisamente en torno a la cuestión de la medicina, puede encontrarse en B. Farrington[vii] quien profundiza la cuestión que él denomina “prejuicios de los griegos contra el trabajo manual”. Para este autor se produjo una decadencia de la anatomía como disciplina después de Galeno y la razón de la misma estaría en el prejuicio contra los cheirourgos. Se habría producido una invasión de la ciencia médica por los conceptos filosóficos a priori. Dichas especulaciones a priori provenían de aficionados a la medicina que continuaban usando el cerebro pero que habían dejado de utilizar sus manos.

Asimismo, examinando el célebre Tratado el Económico de Jenofonte el autor encuentra una cita reveladora: “las llamadas artes mecánicas llevan consigo un estigma social y son deshonrosas en  nuestras ciudades pues tales artes dañan el cuerpo de quienes las ejercen y hasta quienes vigilan al obligar a los operarios a una vida sedentaria y encerrada y al obligarlos ciertamente en algunos casos a pasar el día entero junto al fuego. Esta degeneración física determina también un daño al espíritu. Además los que se ocupan de estos trabajos no disponen de tiempo para cultivar la amistad o la ciudadanía por ello se los considera malos amigos y malos patriotas.” [viii]

El análisis de esta cita permite concluir a Farrington que existía un abismo tal en la sociedad que hacía imposible que un mismo individuo fuera a la vez trabajador y ciudadano. Este abismo no pudo dejar de hacer sentir su efecto sobre la ciencia y la práctica. La tesis central sería entonces que los prejuicios de los griegos contra el trabajo manual habrían generado una fortísima barrera para el avance en el desarrollo de los saberes técnicos. Las afinidades con la postura de Perry Anderson son más que notorias.

En la Grecia clásica, como ya señalamos, la agricultura se encontraba en la cima de las actividades valorizadas. El ideal era para casi todos el del terrateniente libre, independiente y capaz de bastarse a si mismo. En los últimos peldaños de la escala se encontraba las demás formas de la actividad económica, el comercio y todas las actividades llamadas banáusticas y que implican trabajo manual como la artesanía.  Todas estas actividades eran consideradas indignas del hombre de bien.

Austin y Vidal Naquet[ix] coinciden en lo esencial de esta postura. Afirman que los prejuicios contra el trabajo manual, la ausencia de una ideología de trabajo, la existencia del ideal del ocio y el papel de la guerra en la vida de los estados griegos es la base que permite entender el rol fundamental jugado por el trabajo servil. El estancamiento de las técnicas para estos autores impedía el aumento de la producción a menos que se recurriera a una ampliación del trabajo servil (aquí se invierte el silogismo: es el estancamiento de las técnicas lo que explica el aumento del esclavismo y no a la inversa. A menos que los autores estén pensando en un razonamiento de tipo circular: la limitación de las técnicas conduce a la esclavitud,  relación social que a su vez refuerza la inhibición para el progreso técnico).

Los mismos autores señalan que en el siglo IV en la etapa de crisis de las poleis, se produjo una especialización en las tácticas militares. Hasta esa época la actividad militar era una de las funciones del ciudadano pero no era una acción de especialistas (excepción hecha de Esparta en la que los periecos y los ilotas podían llegar a participar de la acción militar como ya fue señalado). Durante siglos predominó la formación política de infantería pesada, poca importancia de la caballería y de la infantería ligera y carencia de una auténtica técnica de asedio. La relación aquí entre estructura social y nivel de las técnicas es muy directa y la mayor parte de los autores coincide en señalar que el combate político refleja las condiciones económicas, sociales y políticas de las ciudades griegas y en torno a él se elabora un sistema de valores que contribuye a perpetuarlo.

A partir del siglo IV, los cambios políticos fueron acompañados también por un desarrollo de la infantería ligera a través de las formaciones de peltastas (soldados defendidos por un pequeño escudo redondo, la pele). Aparecieron con fuerza la técnica de asedios y se produjo un desarrollo notable de bibliografía técnica sobre el arte de la guerra. Se generalizaron los ejércitos de mercenarios compuestos por definición por personas ajenas a la ciudad lo que produjo un enorme efecto disruptivo. Estas mutaciones serían, entonces, un reflejo de la crisis que  vivenciaron las ciudades tradicionalmente compuestas por hombres libres que ejercían las magistraturas al tiempo que estaban encargados de la responsabilidad de la defensa militar del territorio.

Los enfoques mencionados hasta aquí generalmente se completan con una idea acerca de la difusión de las técnicas. Es decir aun cuando en algunos casos se reconoce que existieron ciertos progresos puntuales en el nivel de las técnicas se afirma que, de todos modos, esas técnicas no se aplicaban en forma generalizada ni se difundían aprovechando las potencialidades que ofrecían. Las razones nuevamente se encuentran en la naturaleza de las relaciones sociales o en aspectos medulares de la mentalidad antigua que inhibían la expansión de los progresos.

Robert Forbes[x] dá un ejemplo que es bastante gráfico respecto a esta idea. Los antiguos ingenieros idearon y desarrollaron maquinaria que representaba un ahorro de trabajo pero nunca abordaron el problema de sustituir con maquinaria el trabajo humano. Al aplicar el principio de la palanca y colgar un cubo de un brazo que llevaba un contrapeso en la otra punta facilitaron el trabajo manual pero no llegaron a mecanizarlo. No se experimentaba la necesidad de la mecanización. La ciencia de la Antigüedad nunca descubrió el cuadro del mecanismo detrás de la naturaleza que encontramos en Europa occidental desde el siglo XVI en adelante. No soñaban con un dominio sobre la naturaleza que mejorara las condiciones de vida. Estudiaban la naturaleza para alcanzar una armonía pacífica del pensamiento y una sabiduría mayor. No estaban preocupados por los métodos de producción en masa ni en los artesanos que hacían objetos ni en gran medida por las obras de ingeniería. Sin embargo sabemos que contaban con los conocimientos como para desarrollar mayores progresos.

La respuesta a la pregunta por la falta de difusión de los avances técnicos, Finley[xi] también la encuentra en el plano ideológico o simbólico. El autor asevera que el mundo antiguo estuvo caracterizado por un divorcio claro, casi total, entre ciencia y práctica. El objetivo de la ciencia antigua era conocer, no hacer, comprender la naturaleza, no domesticarla como en la era moderna. Esta distinción entre la modernidad y la antigüedad es palpable a través de un ejemplo muy revelador que elige el autor. “Varias ciudades antiguas reclamaban ser la cuna de Homero y varias ciudades italianas del siglo XVII se pelearon con igual vehemencia  por el honor del invento de las gafas. En la antigüedad solo la lengua recibía la inspiración de los dioses, nunca las mano”[xii]. (F: 206-7)

Pasra Finley fondos, mano de obra y habilidades técnicas estaban disponibles (y eran gastados) en cantidades grandes y cada vez más crecientes para caminos, edificios públicos, suministro de agua, drenaje y otras comodidades pero no para la producción. El esfuerzo por incrementar la productividad nunca fue intentado. El capital privado, ciertamente, quizás no habría estado dispuesto para la promoción y utilización de muchas de las posibles innovaciones técnicas. Había bastantes individuos que poseían recursos, pero no entre los que tuvieran interés por la producción (excepto la agrícola). En la industria y el comercio no se tomaban medidas para superar los límites de los recursos efectivos individuales. No había instrumentos de crédito apropiados (ni papel negociable, ni asentamientos contables ni pagos a crédito)

En síntesis, la ciencia aplicada era cosa que incumbía a la gran masa de esclavos y artesanos anónimos inserta en la estructura de la sociedad antigua. No se sentía la necesidad de aprovechar los recursos naturales. Parecía como si los esclavos fuesen una fuente suficiente de energía. Se diría que entonces no existían problemas que impulsasen la inteligencia de los griegos por la vía del desarrollo de las máquinas salvo en el dominio de la guerra. Los artesanos antiguos produjeron siempre lo suficiente para satisfacer las demandas imitadas de productos manufacturados en la Antigüedad y por eso nada influía a favor de la industrialización de la sociedad.

Las caracterizaciones hasta aquí presentadas están cargadas de una coherencia importante y tienen un fuerte poder explicativo de los procesos históricos. Algunas de las críticas que se han generado sobre las mismas han sido de orden empírico o fáctico a partir de la demostración concreta de situaciones que van en sentido opuesto a los análisis expresados. Otras, más ambiciosas aun, han partido de una caracterización diferente no sólo de las posibilidades culturales para que los hombres de la antigüedad, aplicaran mejoras técnicas en la producción si no de una visión diferente de la estructura social y económica misma de la sociedad griega y ateniense en particular. Los estudios más recientes sobre la polis clásica como remarcábamos en un apartado anterior demuestran que el rol de la esclavitud no habría jugado un papel esencial motivo por el cual se abriría, en estas nuevas miradas, el interrogante sobre el nivel de las técnicas en la antigüedad. En el plano de la agricultura, actividad económica fundamental para el funcionamiento de la sociedad estudiada, es donde se han halado importantes niveles de progresos técnicos aplicados directamente a la producción.[xiii]

Siguiendo a Julián Gallego[xiv] la polis griega se montó sobre la base de un importante conjunto de labradores independientes tanto en el ámbito productivo como en el político social. Estos agricultores podían incorporar algunos esclavos pero siempre dentro de granjas basadas en el trabajo familiar. Se trataba de campesinos, propietarios plenos de sus tierras, no sometidos a explotación orientados a la subsistencia pero que en ciertas circunstancias podían producir excedentes vendibles. Los labradores áticos habrían realizado roturaciones a partir de un criterio de cierto igualitarismo agrario frente al acaparamiento de las mejores tierras realizado por la aristocracia.

Este despegue agrícola, afirma el autor, se produjo junto con un cierto nivel de desarrollo técnico. Basándose en los aportes realizados por Amouretti[xv], Gallego demuestra que el bloqueo de las técnicas no habría sido tan importante como se pensaba o directamente no habría existido. El investigador galo observó a partir de la cronología de los sistemas para moler granos y aceitunas que sí se realizaron innovaciones que se propagaron socialmente como el molino de agua. Por otra parte subraya Gallego, el análisis hecho por otros estudios recientes[xvi] muestra que los griegos conocían métodos para  producir una selección que mejorara la calidad y la productividad de las semillas.

El problema de la visión del bloqueo para Gallego[xvii] reside en que parte de una perspectiva etnocéntrica capitalista ya que supone que un aspecto central de los sistemas económicos radica en si propenden o no al progreso de las fuerzas productivas y, en especial, la tecnología. Por otra parte, se presume que los campesinos no serían capaces de introducir mejoras técnicas o tecnológicas en el proceso productivo. Partiendo de un análisis complejo que incluye los tipos de cosechas realizadas, el carácter de los suelos, las técnicas mismas, las posibilidades de acceso a la tierra, el tamaño de las propiedades y las estrategias para el mejor aprovechamiento de los recursos se obtiene una visión del campesinado mucho menos estática e inhibida frente a los cambios que la que existe en las miradas tradicionales.

La conclusión es que se empleaba un sistema de labranza mixto basado en el multicosechado y el intercosechado. Los griegos habrían praticado una diversificación de la producción en sus granjas familiares. A la vid y el olivo, cultivos mediterráneos tradicionales que exigían una cuidadosa preparación (en los viñedos la intensidad laboral era mayor que en los olivares), hay que sumar el cuidado de frutales y el huerto que requería una preparación similar con gran provisión de agua, generalmente mediante irrigación y abono. Todos estos elementos dan muestra del cuidado que es preciso tener antes de hacer afirmaciones tan categóricas como la existencia de un bloqueo tecnológico.

Jameson[xviii] también se suma a las críticas a las miradas que observan un estancamiento de las técnicas sobre todo en el plano agrícola. Este autor plantea que la agricultura griega comúnmente es pensada como tecnológicamente atrasada y estancada y considera que esta visión está determinada por la idea de que la noción de innovación tecnológica se asocia a una agricultura más eficiente y productiva.

Parándose en el contexto real que rodeaba a los agricultores áticos, Jameson considera  apropiada la tesis de Ester Boserup[xix] para quien la innovación en agricultura es el resultado del crecimiento poblacional. La presión demográfica conllevaría una mayor intensificación en la explotación de la tierra con cambios en el uso del trabajo humano y de la tecnología. Las prácticas utilizadas de forma limitada desde tiempo atrás se difundirían más en este nuevo escenario. Un leve crecimiento demográfico haría que los cambios tecnológicos sean más visibles para el observador externo. Los griegos, entonces, no habrían sido tan prisioneros de su conocimiento tecnológico sino que respondieron en función de sus valores existentes seleccionando técnicas y  sistemas de su propio repertorio y el de sus vecinas que le permitían mantener su sistema social y proveer sus necesidades materiales.

De los cultivos tradicionales del Mediterráneo (trigo, cebada, olivo, higos, uvas) los cereales eran la base de la subsistencia de la sociedad griega. El cultivo de cereales dependía de la calidad del suelo y de la densidad poblacional. Hay que tener en cuenta que el territorio griego es montañoso y la tierra no era particularmente apta y el cultivo continuado podía afectar la fertilidad de la tierra. Los griegos sabían esto y disponían de un repertorio de opciones. Tenían, según Jameson, tres métodos a su disposición: cultivo anual, quema para recuperar el suelo y barbecho.

El barbecho largo, el cultivo y posterior quema mejoraba mucho la calidad del suelo. El barbecho corto sembrando la tierra cada uno o dos años hacía que la tierra quedara con mucha maleza y rastrojo y demandaba mayor energía humana en el mejoramiento. Si la población crecía y había menos tierra disponible las opciones para un productor eran la intensificación, la diversificación y la especialización. La intensificación implica el uso de todas las tierras posibles incluidas las marginales, remover rocas, construir terrazas, realizar una más cuidadosa preparación de la tierra, quitar las maleza para proteger los cultivos, fertilizar con abono humano o animal, acortar o interrumpir el barbecho. Todas las estrategias mencionadas requieren un incremento en el trabajo empleado.

Por su parte en el caso de la diversificación y especialización el uso de más trabajo tal vez no sea tan importante como la influencia de los factores externos. La especialización implica la dependencia de los intercambios o el mercado para obtener los productos que no se elaboran y esto mina el ideal de la autarquía propio de los griegos. Por su parte, la diversificación implica el aprovechamiento pleno de todos los nichos existentes en el medio ambiente y conlleva una distribución de esfuerzo a lo largo de todo el año lo cual redunda en una disminución del tiempo pasible de ser dedicado a las funciones sociales que todo ciudadano ateniense debe cumplimentar. Algunas formas de diversificación y especialización abiertas a los atenienses fueron: el cultivo de cereales de primavera y de invierno, la alternancia entre cereales y legumbres para comida y pienso, la producción de jardines irrigados para vegetales, la construcción de canales y pozos, una mayor inversión en árboles frutales  (particularmente el olivo) y una mayor inversión en viñas.

Desde el siglo VI y a lo largo del siglo V a. c. se habrían producido las circunstancias que generaban estas posibilidades. Hubo un crecimiento demográfico en la región ática y se produjo una importante presión sobre la tierra y sobre el mercado urbano. Es cierto que no se produjo una revolución agrícola para afrontar esta situación pero se pusieron en juego estrategias de intensificación que muestran la relatividad de los planteos sobre el supuesto estancamiento de las técnicas en la Grecia antigua.

NOTAS

[i] FORBES, R. (1958)

[ii] Ibid. p. 50

[iii] Ibid. p. 179.

[iv] Ibid. p. 60.

[v] BERNAL, J. (1954: 63-64)

[vi] VERNANT (1973: 58-62)

[vii] FARRINGTON, B. (1974)

[viii] Ibidemm p. 64.

[ix] Ibid. pp. 33.

[x] Ibidem

[xi] Id .(1982: 211).

[xii] Ibidem, pp. 206-207.

[xiii] Cabe señalar, como reconoce el propio Forbes, que existen numerosos testimonios del  nivel de los saberes de los antiguos griegos. En el área de la ingeniería, por ejemplo, podemos observar el acueducto de la isla de Samos que constaba de un túnel de 900 pies de altura, un canal de tres pies de ancho que contenía la tubería para el agua construidas con troncos unidos con plomo; el túnel de desagüe del lago Copais en Beocia es otro testimonio material de la técnica griega que recibía las aguas del Cefisos.  Estas dos obras se suman, por supuesto a los rompeolas, canales  y puertos que construyeron. Sin embargo los elementos que se están discutiendo en este debate es la aplicación de los saberes existentes al campo de la producción. En oras palabras si los griegos tenían generalizado el concepto de innovación.

[xiv] GALLEGO, J. (2004: 13-24)

[xv] AMOURETTI , M.-C. (1986)

[xvi] SALLARES, R. (1991)

[xvii] Ibidem. Pp. 23-24

[xviii] Ibidem.

[xix] BOSERUP, E.

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